El fiscal de la investigación del avión de Germanwings accidentado en los Alpes ha asegurado este jueves en rueda de prensa que fue el copiloto el que, solo en la cabina, "inició de forma voluntaria el descenso del avión accidentado".
Las autoridades han podido recuperar los últimos 30 minutos de las conversaciones en la caja negra. Durante 20 minutos, según Robin, se produce una conversación "normal y cortés" y en ese momento, el comandante, de nombre Patrick Sonderheimer, se ausenta de la cabina, para lo que el fiscal estima que es "hacer sus necesidades naturales."
"El comandante pide al copiloto entonces que asuma el mando y le instruye sobre el briefing con los procedimientos de aterrizaje y después se escucha el ruido de su asiento echándose hacia atrás", comenta el fiscal.
Es entonces cuando, según el fiscal, el copiloto, de nombre Andreas Guenter Lubitz y de 28 años, activa un botón de descenso voluntario del avión "de forma voluntaria".
"No se puede considerar que sea un accidente. Tuvo voluntad de destruir el avión", asegura el fiscal que además confirma que el copiloto se mantuvo con vida y consciente hasta que se estrelló el avión.
"Se negó a abrir la puerta de la cabina al comandante", añade. "La interpretación más plausible es que mediante una acción voluntaria se negó a abrirla. Escuchamos llamadas del comandante pidiendo entrar a la cabina mediante el interfono", según el fiscal francés Brice Robin, que ha insistido en que es "imposible" que una pérdida de conciencia provocara el suceso.
"Más tarde se oye el contacto del control de Marsella, pero sin respuesta. Los controladores hacen la petición del traspondedor, pero sin respuesta". La torre de control, según el fiscal, pidió a otros aviones que intentaran el contacto con el avión, pero también sin respuesta. En ese momento se escucha en el avión golpes violentos para intentar echar abajo la puerta. "Después escuchamos lo que parece un primer impacto en un talud, justo antes del impacto definitivo".
Descartan de momento la hipótesis del atentado
"No hay ningún elemento que nos haga pensar que se trata de un atentado terrorista", ha explicado, sin embargo, Robin, que dice que la información se centra principalmente en la figura y el entorno personal del copiloto. Al fiscal, sin embargo, no le gusta hablar de una hipótesis de suicidio. "No es un suicidio cuando se pilota un avión con 150 personas a bordo".
"Los pasajeros no están pegados a la cabina de pilotaje, pero escuchamos gritos al final, pero solo al final. La muerte fue inmediata. Este aparato chocando a 700 km/h no deja otra posibilidad. Explotó", dice el fiscal.
Según informó horas antes a The New York Times una fuente militar que participa en la investigación de la tragedia dijo que, según las grabaciones de audio conocidas, uno de los pilotos del avión de Germanwings que había salido de la cabina llamó a la puerta para reingresar, pero "nunca hubo una respuesta".
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Organización de Aviación Civil Internacional estableció que las cabinas de los aviones de más de 60 viajeros deben ser blindadas, con el objetivo de que nadie ajeno a la tripulación pueda entrar en ellas. La puerta debe estar cerrada durante todo el vuelo y solo los pilotos, desde dentro, pueden abrirla. También tienen la facultad de bloquearla. Antes de hacerlo pueden ver quién está detrás a través de un monitor.
El grupo alemán Lufthansa, al que pertenece Germanwings, ha asegurado no poder confirmar la información de que uno de los pilotos del vuelo que se estrelló el martes no se encontraba en la cabina en el momento del accidente. En declaraciones, un portavoz de la compañía ha dicho "no tener actualmente ninguna información que pueda confirmar el informe de The New York Times".