Donald Trump ya es el nuevo presidente de Estados Unidos. El candidato republicano se ha convertido en el mandatario número 45 del país del norte. Clave, han sido las victorias en Florida, Carolina del Norte y Ohio, donde arrasó. El millonario sumó más de los 270 delegados necesarios para conseguir hacerse con las llaves de la Casa Blanca, frente a los 218 de Hillary Clinton. Además, los republicanos mantendrán el control del Congreso y del Senado.

Varios estados han cumplido los pronósticos y han tenido un vencedor esperado. Es el caso de Wyoming, Utah, Nebraska o Texas, donde el magnate avasalló, como los analistas habían adelantado.

En cambio, otros de la Costa Este han caído del lado de Hillary Clinton por goleada, como era de esperar. Nueva York, Massachusetts o Vermont tienen claro color demócrata. Trump se ha llevado de calle el voto rural y Hillary el de los grandes núcleos urbanos. Los resultados de Trump parecen confirmar su propia teoría de "la mayoría silenciosa", según la cual en Estados Unidos había una marea de personas que lo apoyaba, pero que se avergonzaba en los sondeos de confesar su respaldo al republicano.

Algo similar a lo que ya ocurrió en el referéndum del Brexit en Gran Bretaña o en el proceso de paz de Colombia, donde las encuestas fracasaron estrepitosamente al tratar de predecir lo que ocurriría.

Y también han patinado en Estados Unidos, donde los últimos sondeos daban una victoria bastante holgada (de unos 3 puntos) a Hillary Clinton que, sin embargo, no se han cumplido.

Florida, batalla a muerte

La batalla en Florida, un estado considerado absolutamente clave en estas elecciones y que muchos analistas consideraron que pudo decidir al nuevo presidente, ha sido absolutamente feroz. Donald Trump se alzó con la victoria en Florida con 49.2 por ciento frente a 47.7 por ciento de Hillary Clinton.

Trump se anotó los 29 delegados que concede este estado, y que fueron fundamentales para conseguir los 270 que son necesarios para ganar. A pesar de que en Florida se encuentra la más importante comunidad latina de Estados Unidos, y los improperios racistas que el millonario soltó durante su campaña, el republicano venció.

Tan clave, que en los últimos días varios asesores de Hillary Clinton daban por sentado que si esta ganaba en Florida se convertiría en la mandataria 45 de Estados Unidos. Florida ya fue un estado decisivo en 2000, cuando George W. Bush le ganó la carrera a Al Gore, por una diferencia de tan solo 537 votos.

Y en las elecciones de 2012, Barack Obama le quitó de entre las manos Florida a Mitt Romney por menos de 1 por ciento de los votos, unas 74 mil papeletas. (Con información de elmundo.es)