Tras la noticia de que habría sido la sopa de murciélago la que propagó el Covid-19 convirtiendo a la ciudad de Wuhan, China, en el foco de contagio del virus a todo el mundo, mucho se ha especulado sobre la comida asiática.
Sin embargo, aún no se ha comprobado el que haya sido la sopa de este animal la que provocó la actual pandemia.
En entrevista con Adriana Delgado para El dedo en la llaga, Miriam Lira narró que fue entre 1959 y 1961 que, según los historiadores, una fuerte hambruna azotó al país asiático por lo que una primera versión apunta a que la necesidad llevó a la gente a consumir todo tipo de animales.
En otra versión se dice que el gobierno habría lanzado un programa experimental, en el que se dijo a los ciudadanos que para obtener alimentos debían salir y cazar todo aquel animal que encontraran.
Es cierto que, en ocasiones determinadas, y sobre todo en zonas rurales, los chinos consumen animales exóticos, pero no es una práctica generalizada. Nadie, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha confirmado que su ingesta sea el foco del surgimiento del COVID-19, tampoco se ha comprobado que sea posible contagiarse por consumir especies salvajes.
Los chinos no comen de todo, la oferta de animales considerados extravagante como murciélagos, víboras, armadillos, civetas, ratas, perros y gatos no suele estar en los menús de sus restaurantes, es más bien de boca a boca o en internet donde los interesados descubren cómo encontrarlos y comerlos.
Por otra parte, Miriam Lira destaca que la tradición culinaria en China “tiene un peso filosófico“, pues el “proceso nutricional los lleva a estar bien con Dios”.
En los países orientales buscan el equilibrio entre el yin y el yang, por lo que los alimentos con tonalidades blancas, como el arroz, significan el yin; mientras que aquellos con colores vivos como la carne, representan el yang.