Con tanques, paracaidistas, helicópteros y una salva de 21 cañonazos, el presidente Donald Trump encabezó este sábado un inédito desfile militar en la capital estadounidense para conmemorar el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos. El evento, que coincidió con el cumpleaños 79 del mandatario y el Día de la Bandera, se desarrolló entre estrictas medidas de seguridad y una ola de más de dos mil protestas en los 50 estados del país.
“Otros países celebran sus victorias; ya era hora de que lo hiciera Estados Unidos también”, declaró Trump al cierre del desfile, que duró más de dos horas y reunió a unos seis mil soldados, incluidos regimientos que participaron en batallas históricas desde 1775, como Sicilia, Filipinas e Irak. “El Ejército ha forjado un legado de coraje sin parangón, sacrificio único y una gloria inmortal sin igual”, añadió el presidente en su mensaje ante miles de personas reunidas en el National Mall.
El despliegue militar, con tanques Abrams y aviones sobrevolando el cielo de Washington, fue calificado por críticos como una muestra de autoritarismo impropia de la tradición democrática estadounidense. “Es un espectáculo para alimentar su ego y promover el culto a la personalidad”, señalaron organizadores de las manifestaciones, quienes compararon el evento con prácticas comunes en regímenes autoritarios.
Además del carácter militar del acto, la celebración provocó críticas por el elevado gasto público: más de 45 millones de dólares según reportes preliminares. La cifra ha generado indignación en sectores que consideran que los recursos podrían haberse destinado a prioridades sociales o humanitarias, en lugar de una demostración castrense que rompe con el estilo usual de celebraciones patrióticas en EE.UU.
El desfile se desarrolló en un contexto tenso: la política migratoria de Trump continúa generando rechazo, y el reciente conflicto entre Irán e Israel ha reavivado temores de un involucramiento estadounidense en Medio Oriente. Mientras Trump aseguró que evitará por todos los medios una nueva guerra, miles de manifestantes en todo el país salieron a las calles para protestar contra lo que llaman una deriva autoritaria del gobierno.
Pese a las amenazas de lluvia, el cielo se mantuvo despejado, permitiendo la realización completa del desfile, que concluyó con un espectáculo de fuegos artificiales. Ni la lluvia ni las críticas empañaron lo que para Trump fue un homenaje a lo que calificó como “la fuerza más grande, temible y valiente que ha caminado sobre la faz de la Tierra”.