La Estela 6 de la zona arqueológica de El Tortuguero, en Tabasco, narra en realidad la vida y batallas ganadas por el gobernante Balam Ahau y da cuenta del final de un ciclo de la “cuenta larga” del calendario maya –que era infinito-, que sería el 23 de diciembre de 2012, y no el día 21 de ese mes, como se ha manejado.

Así lo explicaron el epigrafista e historiador Erick Velásquez y el arqueólogo José Romero, éste experto en el sitio ubicado en el municipio de Macuspana y quien añadió que la mencionada estela tenía forma de “T” y está fragmentada en seis piezas, cuatro de las cuales se conservan.

Una de esas partes se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York y otras dos están en una colección privada de Boston, en ambos casos en Estados Unidos, detalló el experto, según una publicación del portal “biobiochile.cl”.

Detalló que la piedra fue tallada por los mayas alrededor del año 669 d.C., y muchos la han relacionado con una profecía del fin del mundo para el 21 de diciembre próximo. Recordó que “los mayas tenían un concepto cíclico del tiempo, no se ocupaban del fin del mundo. Esa estela narra la vida y las batallas de un gobernante”.

De la piedra tallada (también conocida como Monumento 6) se tienen los primeros registros en 1915, fue rescatada en 1958 junto con otros vestigios del sitio, y en la actualidad se exhibe en el Museo Regional de Antropología “Carlos Pellicer Cámara”, en Villahermosa, Tabasco.

“No estaba completa, tenemos cuatro fragmentos y faltan varios”, uno de ellos, el del lado derecho de la “T”, está perdido. “La última inscripción corresponde al 23 de diciembre de 2012 –no el 21-, pero el tema central del Monumento 6 no es ni la fecha, ni profecías, ni el fin del mundo. Es la historia de Balam Ahau”, uno de los señores de El Tortuguero, dijo.

Por su parte, el epigrafista Velásquez señaló que esa fecha se refiere al “rito de renovación del universo, el que inició el 13 de agosto del año 3114 a.C. e indica únicamente que “se completaron 13 baak t’uunes (unidad de tiempo equivalente a 144 mil días), pero de ningún modo es el fin de la ‘cuenta larga’ del calendario maya, la cual es infinita”, sólo el inicio de un nuevo ciclo.

Romero y Velásquez recordaron que la idea de un “fin del mundo” en medio de catástrofes naturales es de origen judeo-cristiano, y si bien los mayas tenían vaticinio eran de corto plazo, relacionados con hechos cotidianos, como la lluvia, la cosecha, la sequía o la pesca.