Muchos mitos se difunden sobre la vaquita marina, entre ellos que nunca existió o que ya se extinguió, pero las autoridades federales continúan con un esfuerzo importante para salvar a esta especie.
Durante una visita a esta frontera, el investigador del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Gustavo Cárdenas Hinojosa, confirmó la existencia de esa ballena enana o marsopa.
El funcionario asistió el 10 de junio pasado a un foro realizado en el teatro municipal, para conmemorar el 20 aniversario del decreto que creó la reserva de la Biosfera Alto Golfo de California, en esa misma fecha, pero de 1993.
Refirió que los últimos conteos realizados mediante sistemas de sonar submarino y con apoyo de expertos de Japón y Estados Unidos, permiten ubicar en 247 individuos el número actual de vaquitas marinas.
Expuso que el principal peligro para esa especie es ahogarse al quedar atrapada incidentalmente en las redes de pesca, por lo que la recomendación de la Comisión Internacional para Preservar a la Vaquita Marina (Cirva) es eliminar al 100 por ciento esos implementos de trabajo del Alto Golfo de California.
De acuerdo con datos de la Dirección de la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California, la vaquita marina o cochito, de nombre científico Phocoena sinus, es una especie de cetáceo con dientes –odontoceto-, emparentado con delfines y orcas.
Agregó que es uno de los cetáceos más pequeños del mundo y es endémico del Alto Golfo de California, es decir, en ningún otro sitio marino del mundo existe este animal que alcanza apenas 150 centímetros de largo y un peso de 50 kilos.
Aunque hubo esfuerzos anteriores, a partir de 2008 pescadores y autoridades federales emprendieron una campaña intensiva dirigida a salvar a la vaquita marina de la extinción, un trabajo que carece de precedentes en el país.
El entonces titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), Patricio Patrón Laviada, lo expresó de esta manera: "el gobierno federal hará hasta lo imposible para que el cetáceo no se extinga".
En abril de ese año y ante cientos de pescadores, el funcionario asumió ese compromiso durante una visita al poblado Golfo de Santa Clara, ubicado 115 kilómetros al sureste de esta frontera, en la costa sonorense del Alto Golfo de California.
También anunció la creación de un refugio de 120 mil hectáreas marinas para el cetáceo, aunque en ese entonces, citó que en 2003 el Instituto Nacional de Ecología estimó en 600 el número de vaquitas marinas vivas, pero indicó que cinco años después era probable que sólo quedaran unas 150.
Los esfuerzos para salvar esta especie iniciaron desde junio de 1993, con la creación de la reserva de la Biosfera Alto Golfo de California, pero no fue sino hasta 2008 que se aplicaron y reforzaron medidas concretas ante la extinción que era inminente.
El refugio para la vaquita marina, considerado como zona de restricción pesquera, empezó a operar en junio de ese ejercicio fiscal, con una vigilancia extrema por parte de inspectores de la Profepa y elementos de la Marina Nacional.
Ante ello, el presidente de la Federación de Cooperativas de Pescadores de la Reserva, Carlos Tirado Pineda, detalló que los volúmenes de pesca de camarón y especies de escama cayeron hasta en un 60 por ciento debido a las limitaciones a la actividad.
La respuesta de la Profepa y la Semarnat fue la aprobación de 153 millones de pesos en la temporada 2008-2009, para proyectos alternativos a desarrollar entre los pescadores.
Expuso que el plan que ha continuado todos estos años, incluye el retiro de permisos a pescadores, que dejan la actividad y realizan proyectos ecoturísticos, el cambio de artes de pesca por otras menos dañinas para la vaquita marina o compensaciones económicas por no ingresar al refugio.