Las crónicas cuentan que cuando José María Morelos se enteró de la muerte de Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros simplemente exclamó: “¡Acabaron con mis dos brazos: ya no soy nada!”. Matamoros había sido ejecutado en febrero mientras que Galeana sucumbió tras recibir un tiro en un paraje cercano a Coyuca, un 27 de junio de 1814, hace exactamente 200 años.
La vida de Galeana estaba destinada a desdibujarse, poco se sabe de sus orígenes y poco rastro quedó para revelar su destino una vez asesinado. Después del balazo que lo mató, la cabeza del prócer fue cercenada y exhibida en la misma Coyuca para el escarnio público.
Un comandante realista de apellido Avilés se habría indignado al ver el espectáculo, por lo que rescató su cabeza y la colocó en la entrada de la iglesia para darle sepultura. Su cuerpo ya estaba perdido y pocas huellas quedaron de su cabeza. En 1823, el Congreso declaró a Galeana “Benemérito de la Patria en grado heroico” junto con Miguel Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo, Morelos, Matamoros, los hermanos Bravo, Jiménez, Mina, Moreno y Rosales y se ordena que sus restos sean exhumados para ser llevados a la Catedral Metropolitana. Sus restos nunca aparecieron.
Galena nació en Tecpan, (hoy Guerrero) el 13 de abril de 1762. Se ha logrado saber que se le conoció con el apodo de Tata Gildo y su ascendencia ha sido ubicada en un marino inglés que naufragó en la Costa Grande, al sur de Acapulco. Lo cierto es que la administración y el perfil de líder eran algo nato en su carácter, como administrador de la hacienda del Zanjón se habría ganado la vida.