Carlos Valdés González, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSN) del Instituto de Geografía de la UNAM, llamó a las autoridades y a la población en general apostar por la prevención, "porque estamos aún muy lejos tecnológicamente para contar con la posibilidad predecir un sismo".
En entrevista, recordó que en las últimas semanas se han percibido diversos movimientos, algunos de ellos con magnitudes que rondan los cinco grados, y el más importante de ellos fue el del 21 de agosto, con una magnitud de seis grados Richter.
Esta conjunción de sismos es en realidad una mera casualidad, porque en 2012 se registraron 11 sismos mayores a magnitud seis en todo el año en el territorio nacional, dijo, el más importante de los cuales ocurrió el 20 de marzo en la frontera entre Oaxaca y Guerrero, en Ometepec y Pinotepa Nacional, y se sintió muy fuerte en el DF.
En cambio, en lo que va de este año es hasta el sismo del 21 de agosto en donde por primera vez se tiene un sismo que llega a seis grados Richter, "si lo vemos desde ese punto de vista, hay una deficiencia de sismos. Claro, los otros han sido pequeños".
Explicó que "ha habido una serie de movimientos telúricos, la alerta sísmica ha sonado y eso crea una sensación de estrés, por así decirlo".
Valdés González dijo que de 1900 a 2013 han ocurrido 180 sismos con magnitud mayor de 6.5, lo que implica que en promedio han ocurrido uno y medio de estos sismos por año. "No somos el país más activo del mundo, pero esa es una actividad importante para México".
Los mejores ejemplos han sido el de 1957, conocido como el sismo del Ángel, porque se colapsó el Ángel de la Independencia y hubo muchos daños; el del 14 de marzo de 1979, que vino de la zona de Petatlán, Guerrero, muy cerca de Ixtapa, Zihuatanejo, y que provocó que se colapsaran tres edificios de la Universidad Iberoamericana.
"Poca gente se acuerda de ese sismo porque muy afortunadamente ocurrió a las 5:00 horas, muy en la mañana. Si hubiera ocurrido más tarde, cuando había ya miles de estudiantes en sus actividades escolares, hubiera sido una verdadera tragedia", planteó.
Está también el sismo de 1985, de magnitud 8.1, del que se saben las consecuencias importantes que tuvo en la ciudad de México y en la zona epicentral.
Entonces esa sismicidad de alguna manera se presenta en términos regulares en el país. "No hay ninguna capacidad o particularidad para decir que en los próximos meses se pueda presentar un sismo. Tanto puede ocurrir como no, o hacerlo dentro de 10 años. No hay todavía la capacidad en el mundo para poder hacer una verdadera predicción".
Un país que tendría la capacidad económica y tecnológica es Japón y fue observado con claridad el daño tan severo que tuvo en 2011 con aquel sismo de magnitud nueve grados.
El experto reconoció que existe un lugar conocido como La Brecha Sísmica de Guerrero. Se le da este nombre porque es una zona con un vacío sísmico; es decir, que no se ha presentado un movimiento telúrico importante desde hace muchos años, esto es del 16 de diciembre de 1911.
Esta zona está cercana a Acapulco hacia Petatlán, que no está muy lejos de Ixtapa-Zihuatanejo. Entre 1899 y 1911 se presentaron cuatro sismos con magnitudes que variaban de 7.5 a 7.7 grados Richter.
El pasado histórico es utilizado como clave al futuro. Se sabe que es la zona en donde los sismos no se han presentado, se conoce la magnitud de los que han ocurrido antes ahí, "pero lo que no sabemos es cuándo ocurrirá el próximo, esa es una incógnita".
El desarrollo de la tecnología o de la capacidad de mediciones que se necesitarían hacer para conocer que la tierra está a punto de vivir un sismo aún no existe.
"No es porque no sepamos dónde debemos de buscar. Es que implicaría hacer búsquedas mayores a 30 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra, que es donde se origina el fracturamiento que origina estos movimientos".
El pozo más profundo que se ha cavado en el mundo no alcanza los 14 kilómetros y fue un pozo exploratorio con costos altísimos.
Entonces, asentó, "la mejor apuesta que podemos hacer es la prevención, el reconocimiento de estructuras que puedan ser vulnerables, el fortalecimiento de estas estructuras, planes de preparación, simulacros, que la gente sepa qué hacer en caso de un sismo y que escuchen uno de los muchos sistemas de alertamiento".
"Todos esto es: mejores medidas preventivas, en tanto no tengamos la posibilidad de algo que nos pueda decir cuándo va a ocurrir un sismo", puntualizó.