Este domingo 19 de julio se cumple el primer aniversario de la muerte del niño José Luis Alberto Tlehuatle Tamayo, víctima de un proyectil lanzado por elementos de la Policía Estatal.
El pequeño de 13 años de edad, murió después de un enfrentamiento entre uniformados y manifestantes de Chalchihuapan, donde salió lesionado de la cabeza.
Desde la víspera, pobladores velaron en el panteón de la comunidad la tumba del niño y para este domingo se esperan actos conmemorativos en su memoria, desde religiosos, hasta políticos.
José Luis, desde hace un año se ha convertido en el estandarte contra la represión del gobierno de Puebla, a quien se le ha catalogado inclusive como un “niño héroe”.
El cruento enfrentamiento dejó como saldo decenas de lesionados entre policías y manifestantes, entre ellos el niño José Luis Tlehuatle Tamayo, quien falleció diez días después el 19 de julio de 2014.
 
Eventos conmemorativos

La semana pasada en una segunda carta emitida desde el penal de San Miguel, el ex presidente de la junta auxiliar de Chalchihuapan, Jairo Javier Montes Bautista, anunció parte de esta conmemoración de la muerte del niño.
Y es que la CEDIP es la encargada de realizar una serie de actividad que se realizarán para conmemorar y honrar la memoria del menor.
“Para reencausar el movimiento y la lucha hago un llamado invitación a todos los presidentes auxiliares y municipales a las organizaciones sociales, activistas, a las asociaciones civiles y a todas las personas que quieran apoyar este 18 y 19 de julio en la que llevaremos a cabo la conmemoración de nuestro niño héroe José Luis Tlehuatle Tamayo a un año de su muerte, víctima de la represión del gobierno de Rafael Moreno Valle”.
Informó que este sábado 18 de julio se llevaría a cabo una misa que se efectuará en la plaza de San Bernardino Chalchihuapan a las 10:00 pm y al terminar se hará una pequeña procesión en la misma comunidad y se velará la cruz toda la noche.
Este domingo 19 se efectuará una misa a las 8 am seguida de distintas actividades para conmemorar a nuestro niño héroe José Luis Tlehuatle Tamayo.
 
Sonó como un colibrí

"Sonó como un colibrí", relató don Domingo, al recordar al proyectil  que golpeó al niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, en la trifulca entre pobladores de Chalchihuapan y policías estatales.
En una plática con Intolerancia Diario a un mes de los acontecimientos, asegura,  junto con su hijo, que jamás tronó algún cohetón, mucho menos que alguna onda expansiva los afectó...  está convencido que fue una bala de goma.
“Los cohetes tronaron hasta como 20 minutos después, cuando la gente se encabronó cuando se enteró que un niño estaba herido”, dijo.
Con un pie con guarache arriba de la jardinera de la plaza pública, a un costado de la presidencia auxiliar de esta comunidad y acomodando constantemente su sombrero de palma, platicó junto con su hijo Ramiro, pobladores y a ediles alternos, lo que vivió un mes atrás.
Padre e hijo pidieron anonimato en la plática y hasta un cambio de nombre de salir publicado el relato, al temer por su integridad física al ser los únicos testigos del momento exacto que fue agredido José Luis Alberto.
Don Domingo, campesino de aproximados cincuenta años, contó cómo se guareció del ataque de los policías en una barda,  pocos metros atrás  de su hijo Ramiro -un joven veinteañero- y el niño José Luis.
De pronto, Ramiro empezó a gritarle a su padre que ayudara al menor que había caído, justamente después del “sonido de colibrí”, don Domingo que estaba atrás  dos o tres pasos, corrió a levantarlo.
El cuerpo de José Luis había caído a un lado de un charco de lodo, lo que fue su primera preocupación, alzándolo  inmediatamente para que no se ensuciara.
Fue justo en ese momento cuando le empezó a brotar la sangre de un costado de su cabeza, ahí vio por primera vez la gravedad de la lesión.
"Aunque seguían tirando los policías, lo cargué para ponerlo a salvo", comentó don Domingo y  con José Luis entre sus brazos, caminó hacia otro sitio lejos de los proyectiles que lanzaban los uniformados.
El testimonio de don Domingo, formó parte de las investigaciones que continúan realizando en el poblado personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ((CNDH).
 
-¿Ustedes escucharon en ese momento la detonación de un cohetón?
-No, que va, sólo se oía como nos disparaban los policías
 
-¿Y cómo suena?
-Un ssssshhhhh, sonó como un colibrí- dijo al chasquear la boca.
 
El trágico recuerdo

Del trágico enfrentamiento queda como recuerdo la tumba del niño de 13 años de edad, donde dos cruces blancas con letras doradas explican o justifican muy a su modo la pérdida.
"Faltaba un ángel y volaste al cielo"; "un angelito se fue de mi lado, para estar contigo señor"; "descanse en paz en la nueva vida", se lee entre la montonera de tierra repleta de flores recién colocadas.
 
El mero mero
Al pequeño de 13 años de edad, sus compañeros de la escuela secundaria Ricardo Flores Magón, lo tenían considerado como “el mero- mero” en las calificaciones. Simplemente era el aplicado del salón.
Para su entierro, sus amigos se organizaron solos, sin que nadie se los pidiera o los coordinara, ni siquiera con maestros de por medio, todos juntos llegaron con su uniforme de escuela para darle el último adiós, como ellos lo saben hacer, con los toques de su banda de guerra.
Unos de sus compañeros platicaron a Intolerancia Diario, que José Luis era muy querido en la escuela, por lo mismo nunca dudaron en despedirlo con redobles de tambor.
Incluso entre risas, -aunque con pocas palabras muy característico en jovencitos de su edad y sobre todo ante un extraño-, señalaron que su compañero tenia de promedio 9.5 de calificación, por lo que era admirado.
Esta admiración no solo era producto de su dedicación al estudio, sino de que además su tiempo libre lo invertía trabajando en el campo como jornalero ayudando a su madre Elia Tamayo.
Por este trabajo de cosecha o siembre no ganaba un solo peso, simplemente ayudaba a su progenitora para que acabara más rápido.
Justamente el 9 de julio fatídico, ya había salido de la escuela, contaron los niños sin dejar de mirarse unos, como buscando la aprobación de contar algunos detalles al extraño.
Así fue como recordaron que se dirigía aquel día junto con su madre al campo a trabajar, como lo hacía todos los días de cosecha de maíz y como lo había hecho en las últimas semanas.
Por eso, dijeron, no portaba su uniforme, porque ya había ido a su casa a ponerse la ropa para trabajo, pero desafortunadamente se topó con la manifestación que a la postre le cortaría su vida.
En esta protesta  donde exigían el regreso del Registro Civil a la comunidad, había muchos conocidos, entre vecinos, amigos y compañeros. Nunca pensó que acabara en una batalla campal contra los policías.
Ahora sus amigos, dicen que van a extrañar al amigo José Luis, al asegurar que lo respetaban tanto que no tenía apodos, contrario a lo que algunos medios de comunicación señalaron, simplemente era José Luis.
Van a extrañar sus cascaritas de fútbol en los recesos, donde se destacaba por ser el goleador a quien todos querían en su equipo. 
Extrañarán que siempre se pusiera un nombre de algún jugador de su equipo favorito las Chivas de Guadalajara cuando jugaba fútbol y que a algunos hasta ayudaba en los exámenes pasándoles algunas respuestas.
Y es que José Luis se ganó no solo el corazón de su pueblo a sus escasos 13 años de edad, sino ahora es estandarte de una lucha que jamás pensó siquiera participar.
Ahora yacen sus restos mortales a unos cuantos metros de la autopista donde empezó todo justamente hace un mes  y muy cerca de los campos de cultivo donde luchó por su familia.
 
¿Quién era José Luis Alberto?
–13 AÑOS DE EDAD
–ALUMNO DE LA ESCUELA RICARDO FLORES MAGÓN
–PASABA A TERCERO DE SECUNDARIA
–SUBJEFE DEL SALÓN
–ERA “EL MERO-MERO” DEL SALÓN EN CALIFICACIONES
–9.5 EN PROMEDIO ACADÉMICO
–1.50 MTS DE ESTATURA
–LE ENCANTABA JUGAR FUTBOL EN CASCARITAS EN SUS RECESOS
–DELANTERO GOLEADOR DE SU ESCUELA
–LAS CHIVAS DEL GUADALAJARA SU EQUIPO FAVORITO