El consejero nacional del Partido de la Revolución Democrática, Arturo Loyola González, llamó a hacer una verdadera reflexión de instituto político, indicando que al cumplir 30 años no es el momento de “lamerse las heridas”, sino de actuar y ver quiénes llegaron solo para ocupar los espacios que le correspondían a la gente de la verdadera izquierda y no para dar fama personal a los dirigentes, a los candidatos o quienes ostenten cargos de elección popular a través de su plataforma electoral.
Recordó que fue el 5 de mayo de 1989 cuando se fundó el PRD con la idea de que la izquierda llegaría a gobernar el país algún día, luego de que meses antes le habían robado la presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Advirtió que la historia de la izquierda mexicana no puede concebirse sin el PRD, además, la historia de los grandes avances sociales en materia de políticas públicas, derechos humanos, vida parlamentaria y democratización de las instituciones, tampoco puede entenderse sin la participación de la izquierda mexicana.
Siendo fundador del partido, expuso que los procesos electorales adversos a nivel nacional y los acontecimientos locales, los han empujado a una situación que los obliga a revisar su actuar, a redefinir el curso, encausar la vida y el quehacer político.
“Los oportunistas y vividores de la politiquería se han ido con el gobierno actual, se despojaron de la careta y se mostraron tal cuales son; parásitos y depredadores”, sentenció.
“No es momento de lamer las heridas, sino de plantar cara a la situación y resolver en función de dar continuidad a nuestro partido o promover la unidad de grandes sectores democráticos, que sean capaces de rebasar el sectarismo y crear junto a nosotros un gran movimiento social, capaz de enfrentar a un gobierno populista impostor, que nada tiene que ver con la izquierda.”
Loyola González aclaró que a treinta años de su fundación el PRD es un partido de tiempo completo y útil para la sociedad, más grande en su organización y más profundo en sus propuestas, con mayor alcance de objetivos y más efectivo para la persuasión, versátil en los procedimientos y eficaz en los resultados, pero insistió que se requiere una verdadera reorganización.
En una remembranza histórica, comentó que desde finales de la revolución mexicana y destacadamente, desde los convulsos años sesenta del siglo pasado, la izquierda ha jugado un papel preponderante en la vida social y la transformación de un régimen autoritario y represivo a una vida más republicana: “Esa y no otra, ha sido la función del movimiento democrático”, indicó.
“Afirmamos que el PRD es el partido histórico de la izquierda mexicana, por eso es que, simulando compromiso y lealtad con los principios del partido, éste fue objeto de una infiltración de estado con el fin perverso de aniquilarlo desde su interior. Para ello, los priistas infiltrados buscaron posicionarse en los cargos de dirección y de representación”.
Sostuvo que la fortaleza del PRD viene desde sus orígenes y radica en haber surgido del movimiento social genuino por las causas justas. Asimismo, dijo, es el resultado de un profundo y amplio proceso de reivindicaciones sociales, no es producto ni de la espontaneidad ni del enfermizo interés personal de nadie.
“El PRD no fue concebido para dar fama personal a los dirigentes, a los candidatos o quienes ostenten cargos de elección popular a través de su plataforma electoral; tampoco surgió como medio para acumular riqueza individual ni como instrumento de recaudación de dinero ilegal para publicitar el culto a la personalidad de quien siembra rencor furia malintencionada entre los mexicanos”.
El viejo militante de la izquierda afirmó: “Quienes tenemos una autentica ideología de izquierda: no somos perredistas de ocasión, no le determinamos vigencia y caducidad al PRD en función de la temporalidad de nosotros mismos, ni nos asumimos como el alma del partido. Estamos en el PRD por lo que ha sido, por lo que es, y por lo que será, con nosotros y sin nosotros”.
Aseguró que ellos seguirán apostando a la organización de la militancia y al proyecto político como sus principales fortalezas para convencer a los electores hasta hacer del partido un auténtico y efectivo instrumento para cambiar a México.