A unos 50 millones de kilómetros de distancia, el Elenin se acerca a la Tierra a casi 90.000 kilómetros por hora y se espera que su máxima aproximación a nuestro planeta se produzca el 16 de octubre. Pero es hoy, ya alineado con la Tierra y el Sol, cuando su presencia resultaba más inquietante. Algunos “científicos” (entre ellos Mensur Omerbashib) afirmaban que cuando se producen ciertas alineaciones astronómicas la Tierra sufre seísmos de magnitud superior a 6 por un supuesto -fenómeno de magnificación de la resonancia-. Otros creen que este cometa es Niburu, un planeta desconocido del Sistema Solar que pasa cerca cada miles de años causando grandes desastres y extinciones masivas. El cometa da para todo tipo de leyendas y teorías a cada cual más asombrosa.

La NASA publicó en agosto un comunicado poniendo las cosas en su slugar. Para empezar, el cometa, procedente de la nube de Oort, una remota región del Sistema Solar, solo tiene 3,5 kilómetros de diámetro. Es demasiado pequeño como para alterar la órbita de un planeta o provocar terremotos. Y no lo vamos a tener más cerca de 35 millones de kilómetros de distancia. No existe razón para la alarma ni hay forma alguna de que perjudique a la Tierra.

En realidad, el cometa Elenin es tan débil que se está desintegrando. Imágenes tomadas por astrónomos aficionados revelan que cada vez brilla menos, lo que significa que ha salido muy perjudicado de su máxima aproximación al Sol. El cometa ha perdido cohesión y sus posibilidades de supervivencia son muy escasas. Es muy probable que no vuelva a acercarse al astro rey.