La industria de la informática ha perdido a una de las mayores figuras de su etapa dorada. Jack Tramiel, fundador de la legendaria Commodore International falleció este domingo a los 83 años.

La vida de Tramiel fue una historia de superación y resistencia ante las adversidades. Nacido en el seno de una familia de judíos polacos, Tramiel fue enviado durante la Segunda Guerra Mundial al campo de concentración de Auschwitz, donde fue rescatado en abril de 1945. 

Poco después emigró a Estados Unidos. Allí comenzó a reparar máquinas de escribir antes de abrir su propia tienda en el Bronx, llamada Commodore Portable Typewriter.

Tramiel se convirtió en fabricante y saltó después a la producción de calculadoras digitales, hasta que uno de sus ingenieros, Chuck Peddle, le convenció de que el futuro estaba en los ordenadores personales. Fue entonces cuando Commodore lanzó el PET, predecesor del equipo que en 1982 dio comienzo a la leyenda: el Commodore 64.

Tramiel dimitió poco después, pero no para abandonar la industria o desaparecer en la oscuridad. Seguido por varios ex-empleados de Commodore compró la división de consumo de Atari, prácticamente al borde de la desaparición, y en 1985 lanzó otro de los hitos de la informática doméstica. 

Su nombre lo conoces de sobras: hablamos del Atari ST, que tuvo que batirse el cobre con el celebérrimo Commodore Amiga y personificó con brillantez la filosofía de Tramiel: crear ordenadores para las masas, no para las clases.

Su hijo Sam se hizo cargo de Atari Corporation hacia finales de los años 80, hasta que Jack tuvo que sustituirle en 1995 por problemas de salud y vendió la compañía.

Jack Tramiel deja esposa y tres hijos. También un legado imposible de abarcar con palabras, y que solo los que tuvimos la suerte de vivir la explosiva escena informática de los años 80 y 90 podemos comprender en toda su magnitud. Hasta siempre, Jack, y gracias por los recuerdos.