Con el Epsilon-1, formado por tres fases de 24.4 metros de longitud, 2.6 de diámetro y 91 toneladas, Japón pone en órbita el telescopio Sprint-A, el primero espacial de observación remota de planetas como Venus, Marte y Júpiter desde la órbita alrededor de la tierra.
El pasado 27 agosto, cuando se realizó el último intento fallido, el sistema realizó una parada automática de emergencia segundos antes del lanzamiento, debido a un problema con la inclinación del cohete.
Una semana antes, se canceló un primer intento por problemas en el sistema de cableado del equipo de comunicación.
El coste de este lanzamiento del Epsilon asciende a 5 mil 300 millones de yenes (40.1 millones de euros, 54 millones de dólares), casi la mitad de lo que cuesta hacerlo con el modelo HII-A, aunque la agencia confía en poder reducir aún más su precio hasta los 3 mil millones de yenes (22.7 millones de euros, 30 millones de dólares).
El último lanzamiento espacial japonés tuvo lugar a primeros de agosto, tras el despegue de un cohete HII-B en dirección a la Estación Espacial Internacional (EEI), con el objetivo de transportar equipos a la base, entre ellos dos satélites que incorporan tecnología desarrollada por una empresa española.
Japón desarrolla desde 2003 un intenso programa espacial que, basado en su tecnología puntera, pone el acento en la exploración planetaria y de asteroides.