Recientemente se ha producido una serie de descubrimientos relevantes que ponen de nuevo el foco en el espacio, el último ha sido la posible presencia de agua líquida en Marte, pero ha habido otros no menos relevantes. Hagamos un repaso.
1. El agua sigue corriendo sobre Marte
A estas alturas, la existencia de agua en Marte ya casi no debería ser una novedad: la sospecha de la presencia de hielo allí es tan antigua como los telescopios, aunque parte de ello es en realidad dióxido de carbono congelado, lo que en la Tierra llamamos hielo seco.
En 1963 se confirmó que hay vapor de agua en la atmósfera marciana. Las pruebas más directas tuvieron que esperar hasta el aterrizaje de las primeras sondas en suelo marciano; los rovers Opportunity y Spirit han demostrado que Marte fue originalmente un planeta húmedo y con entornos habitables, ya que la huella del agua en la formación de sus rocas es omnipresente, y algunos de sus minerales son producto del agua dulce. Estas observaciones han sido corroboradas también por el robot Curiosity.
En 2008, la sonda Phoenix confirmó la presencia de hielo e incluso lo vio caer del cielo marciano en forma de nieve.
Y a pesar de todo lo anterior, la presencia actual de agua líquida aún continúa escapando al ojo de los científicos y sus instrumentos. El indicio más prometedor ha llegado a finales de septiembre gracias al estudio de las imágenes tomadas por la sonda de la NASA MRO, en órbita alrededor de Marte. Analizando los espectros luminosos que delatan la composición química de los minerales, los investigadores han descubierto la huella del agua, en forma de salmuera, en marcas de torrenteras que aparecen y desaparecen según las estaciones. La NASA se plantea ahora la posibilidad de enviar el rover Curiosity a explorar ests tipo de estructuras, denominadas Líneas Recurrentes en Pendiente (RSL, en inglés).
2. Plutón, un pequeño mundo vivo
La ciencia espacial recordará 2015 como el año de Plutón. Hasta este año no conocíamos el aspecto real del que fue el último planeta del Sistema Solar, reclasificado en 2006 como planeta enano. El 14 de julio, después de nueve años recorriendo el espacio, la sonda de la NASA New Horizons por fin alcanzó su objetivo principal, el sistema de Plutón y la mayor de sus lunas, Caronte, con el fin de recopilar toda la información posible antes de proseguir camino hacia los confines del Sistema Solar.
New Horizons ha revelado que Plutón y Caronte son dos mundos helados, pero no congelados en el tiempo: ambos poseen montañas y valles de reciente creación cuyo origen aún es un misterio, pero que demuestran actividad geológica. Plutón ha resultado ser un planeta enano de color rojizo con una atmósfera neblinosa y hielo que fluye como en los glaciares terrestres. Por su parte, Caronte es grisáceo y contiene gran cantidad de hielo del que nos resulta familiar, el formado por el agua, mientras que en Plutón predominan los compuestos de carbono congelados.
3. Aterrizaje en un cometa
En noviembre de 2014, los medios de todo el mundo seguían la proeza que suponía el aterrizaje de un ingenio artificial en un cometa por primera vez en la historia.
La sonda Rosetta, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), liberaba su módulo Philae que se anclaba a la superficie del cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko, conocido como Churi.
Con esta hazaña de la tecnología espacial, la sonda coronaba un viaje de diez años destinado a ofrecer a la ciencia un doble conocimiento directo de Churi, desde su órbita y desde su superficie.
Por desgracia, el aterrizaje de Philae sufrió un percance técnico que ha limitado su rendimiento, pero la mayor parte de la investigación recae en Rosetta. En más de un año de misión desde que la sonda entró en la órbita de su objetivo, sus instrumentos han demostrado la presencia de compuestos orgánicos y de agua diferente de la terrestre, cuestionando la posibilidad de que los océanos de nuestro planeta procedan de cometas como Churi.
Recientemente, las investigaciones de Rosetta han revelado que la forma de patito de goma del cometa se debe probablemente a que en su origen se trataba de dos cuerpos separados que colisionaron cuando el Sistema Solar aún era joven. Rosetta continuará acompañando a Churi en su viaje alrededor del Sol hasta que concluya su misión en septiembre de 2016.
4. Extrañas luces en la superficie de Ceres
Ceres es un pequeño mundo de casi 1.000 kilómetros de diámetro situado entre Marte y Júpiter, el mayor objeto del cinturón de asteroides y el único planeta enano que orbita íntegramente por el interior del territorio definido por Neptuno.
Por todo ello es un cuerpo digno de estudio, pero su interés se ha multiplicado gracias a los datos revelados por la misión Dawn de la NASA, en su órbita desde marzo de este año.
Dawn ha descubierto ciertos rasgos de Ceres que los científicos aún no han logrado explicar, sobre todo un conjunto de manchas luminosas muy llamativas que aparecen en un cráter llamado Occator.
Los científicos de la NASA han descartado que se trate de hielo, y aún no existe una conclusión definitiva sobre su origen. Otra de las sorpresas de Ceres es una montaña solitaria de unos seis kilómetros de altura que se alza en un paraje llano, y cuyo origen aún es un misterio.
5. Kepler-452b, la primera Tierra lejos de la Tierra
En sus más de seis años en órbita alrededor del Sol, el telescopio espacial cazaplanetas Kepler de la NASA ha confirmado ya la existencia de 1.030 planetas extrasolares, a los que hay que añadir otros 4.696 planetas candidatos.
Y todo ello a pesar de que en 2013 se temió por la continuidad de la misión cuando falló un mecanismo esencial para apuntar el telescopio a sus objetivos. Sin embargo, y aunque la avería no ha podido repararse, la capacidad restante de la sonda ha podido aprovecharse para proseguir con su rastreo del cosmos en busca de exoplanetas.
En julio de este año, y coincidiendo con el 20º aniversario del hallazgo del primer planeta extrasolar, los responsables de Kepler informaron del descubrimiento de la que se ha denominado la primera Exotierra cuya estrella es del mismo tipo que nuestro Sol. El planeta Kepler-452b es probablemente rocoso, con un diámetro un 60% mayor que el de la Tierra y circula por la zona habitable de su estrella. Aunque su lejanía, a 1.400 años luz de nosotros, hace inviable cualquier tipo de acercamiento, los resultados de Kepler han servido a los científicos para estimar que nuestra galaxia podría albergar unos 40.000 millones de planetas similares a la Tierra y potencialmente habitables.
6. El océano de Encélado, otro posible hábitat
Aunque podemos asumir que la Tierra es el único lugar del Sistema Solar donde existe vida inteligente, esto no implica ni mucho menos que la búsqueda de organismos en nuestro vecindario cósmico deba ser infructuosa.
Además de Marte, el eterno candidato, otros cuerpos de nuestro sistema presentan rasgos que los convierten en potenciales hábitats para algún tipo de vida.
El que suele ocupar el primer lugar en las apuestas de los científicos es Europa, un satélite de Júpiter que con toda probabilidad posee un océano bajo su gruesa corteza de hielo.
Otra luna de Júpiter, Calixto, también podría esconder un océano subglacial. Titán, el mayor satélite de Saturno, posee una química exótica con mares de metano, pero los científicos no descartan que pudiera albergar un tipo de vida independiente del oxígeno.
Recientemente Encélado, otra luna de Saturno, se ha unido a la lista de los posibles hábitats del Sistema Solar gracias a la conclusión de que posee un océano de agua salada bajo su costra gélida.
El pasado año los científicos de la misión Cassini-Huygens, un proyecto conjunto de la NASA y la ESA que estudia Saturno y sus lunas, detectaron la probable presencia del mar, que en un principio se supuso restringido a una región del hemisferio sur.
Sin embargo, investigaciones más recientes han confirmado que el océano de Encélado ocupa toda la extensión del satélite.
El hecho de que además contenga los principales elementos químicos necesarios para la vida, tal como la conocemos, ha aupado a esta pequeña luna de Saturno a la posición de candidato favorito para muchos científicos.
7. En busca de tecnología extragaláctica
Un resultado negativo puede ser también aprovechable, sobre todo cuando no es necesariamente negativo al cien por cien. En abril de este año, un estudio descartó la presencia de civilizaciones tecnológicas extremadamente desarrolladas en 99.950 galaxias de una muestra de 100.000. Pero sobre las 50 restantes los científicos no estaban tan seguros; lo que no solamente deja una puerta abierta a la esperanza de hallar algo, sino que además centra el foco de las investigaciones en los lugares que pueden ser interesantes.
El estudio partió de un concepto largamente acariciado por los científicos: dado que las civilizaciones inteligentes tienden a maximizar la explotación de sus recursos energéticos, el progreso tecnológico llegará a un nivel que permita aprovechar la energía de la propia estrella, incluso tal vez de toda la galaxia.
Las vastas infraestructuras que lo harían posible se conocen como esferas de Dyson, en honor al físico Freeman Dyson que propuso la idea en 1960. Tales esferas retendrían la luz visible y solo dejarían escapar calor, ondas infrarrojas. Empleando los datos del telescopio espacial de infrarrojos WISE de la NASA, un equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania determinó que esas 50 galaxias de entre 100.000 podrían mostrar la huella de una tecnología semejante. Aún se trata de un disparo al aire, pero podría ser un comienzo.
8. Un monstruo en la infancia del universo
Su nombre, SDSS J010013.02+280225.8, no lo convierte en el objeto más popular del universo.
Sin embargo, su perfil es mucho más memorable: se trata de un cuásar que alberga un agujero negro con un peso equivalente a 12.000 millones de soles. Es 40.000 veces más brillante que toda nuestra galaxia. Y todo ello en un diámetro de unas siete veces la órbita de Plutón, a una distancia de nosotros de 12.800 millones de años luz.
La magnitud de este gigante cósmico se comprende al recordar que Sagitario A*, el agujero negro supermasivo que ocupa el centro de la Vía Láctea, tiene una masa de cuatro millones de soles. Con todo, el objeto descrito por un equipo de investigadores chinos en febrero de este año no se acerca siquiera al mayor de los agujeros negros conocidos, que es tres veces mayor.
Lo que realmente sorprendió a los científicos fue su corta edad: el agujero negro llegó a ser lo que es unos 875 millones de años después del Big Bang, lo que supone solo un 6% de la edad del universo.
El cuásar más luminoso del universo temprano desafía las teorías corrientes, que no permitirían un crecimiento tan desorbitado en un plazo tan breve.
9. Temporada de cosecha en el espacio
El pasado 10 de agosto tres tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS) disfrutaron de uno de los almuerzos más caros y exclusivos de la historia, al hincar el diente a la primera cosecha de lechuga roja criada por la NASA en el espacio.
Durante la degustación retransmitida en directo por internet los estadounidenses Scott Kelly y Kjell Lindgren, junto con el japonés Kimiya Yui, primero cataron las hojas sin aliñar antes de disfrutar del resto de su ración añadiendo aceite y vinagre.
Las lechugas son producto del experimento Veggie, enviado por la NASA a la ISS en abril de 2014 e instalado en el módulo Columbus de la ESA.
En realidad, no es la primera vez que se producen alimentos en el espacio: los cosmonautas rusos ya lo habían hecho anteriormente. Pero dado que la NASA estudia el proyecto de enviar humanos a Marte a partir de 2030, el éxito de esta tecnología supone un avance hacia el autoabastecimiento de las futuras misiones tripuladas de larga duración.
10. El misterio del plancton marino en la Estación Espacial
En agosto de 2014, las declaraciones de un responsable de la agencia espacial rusa revelaban que una recogida de muestras en el exterior de las ventanas de la ISS había detectado trazas de plancton marino, un descubrimiento de lo más insólito.
En su momento la noticia fue comentada por varios medios, pero el presunto hallazgo no fue confirmado por la NASA ni la ESA, y los responsables rusos no difundieron más información al respecto.
En marzo de este año, 20minutos tuvo acceso a un informe elaborado por Elena Shubralova, la científica responsable del experimento TEST en el sector ruso de la ISS, y en el que se detallaban los resultados.
El documento concluía que la investigación descubrió bacterias vivas de cuatro especies en el exterior de la ISS, además de fragmentos de ADN de otro tipo de bacterias que se encuentran en el plancton del mar de Barents, una región del Océano Ártico.
Aunque los científicos aún no saben con certeza cómo ha podido llegar el plancton marino hasta el fuselaje de una estación espacial a 400 kilómetros de altura, sugieren que podrían existir corrientes de aire ascendentes que transporten aerosoles desde la superficie hasta la ionosfera. Todavía no se ha demostrado este tipo de mecanismo.