Después de lo sucedido con Myriam Arabian, es evidente que el mandamás de Casa Puebla no se tentará el corazón a la hora de ajustar cuentas entre los miembros de su gabinete.
Ni la más poderosa recomendación vale, si alguien se brinca los designios de principal habitante de Casa Puebla.
No hay que ser adivino para entender que en la caída de Arabian hubo mano negra, lista para actuar en contra de quien no termine alineado.
Y para quienes aún no le encuentran la punta a esta enredada madeja, les sugiero poner los ojos en el consejero jurídico del gobierno del estado, Juan Pablo Piña, para entender cómo se planeó este primer ajuste al gabinete.
No se necesita mucho para encontrar la última pieza de este rompecabezas, basta con jalar la punta de la hebra para ratificar mi hipótesis sobre la paternidad intelectual de la salida de Arabian.
Para los que gustan de los acertijos y se precian de conocer a la clase política poblana, les insisto que la pieza clave es Juan Pablo Piña Kurczyn.
Si suman lo escrito en mi columna de ayer al nombre del joven Piña, les resultará muy fácil desmadejar este caso.
Es mucho más sencillo de lo que aparenta.
Otro escándalo en puerta
Tómelo con las reservas del caso, pero fuentes al interior del morenovallismo insisten que ya fue tomada la decisión para que caiga la guillotina sobre un personaje del gobierno anterior.
Todo indica que las complicaciones generadas por el escándalo Arabian, provocaron un golpe de timón respecto a la política mostrada con el gobierno de Mario Marín.
Insisten que el ruido generado los llevó a voltear los ojos hacia un funcionario marinista, para evitar que el caso Arabian afecte los puntos positivos obtenidos por el gobernador Moreno Valle después de 100 días de gobierno.
Según esta información, la prisa es tanta que esta misma semana será detonada la bomba.
Poniendo las barbas a remojar
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