No me dejarán mentir la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), la Secretaría de Salud y los mismos encargados de la organización de la Feria de Puebla, los nuevos y los anteriores se confabularon para que en el área de cocinas, los poblanos y cualquier visitante sea blanco de un robo en despoblado, por parte de dueños de comercios que materialmente sorprenden a los comensales para que después de que les sirven los alimentos —mal preparados— les presentan unas cuentas como si hubieran comido en La Silla, La Estancia Argentina o en algún otro restaurante de abolengo.
Le voy a detallar cómo se inicia el robo y después le voy a decir cómo se confabularon las autoridades antes nombradas.
Primero, al inicio del área de cocinas, hay mujeres voluptuosas con diminutas ropas, que interceptan a los visitantes y tomándolos del brazo los llevan a los supuestos restaurantes, también hay hombres disfrazados de meseros que casi intimidan al visitante para llevarlos a los negocios donde trabajan.
El segundo paso son los alimentos, muchos de estos restaurantes carecen de cartas o menús para que el cliente sepa lo que consumirá y —lo más importante— cuánto cuesta.
Los nombres de los alimentos, sin precio, están pegados en las estructuras de estos negocios, existen nombres de alimentos como “gringas” que en un restaurante normal tienen un precio hasta de 50 pesos, en estos lugares este alimento cuesta entre 160 y 170, lo mismo que un corte de carne en cualquier restaurante.
Hay que recordar que quienes se han aventurado a ingresar a una feria mal organizada, van con sus familias y que cuando se les ocurre consumir alimentos terminan con los bolsillos vacíos y en ocasiones hasta debiendo a meseros, que más bien parecen golpeadores que lo único que argumentan es “lo bueno cuesta”, pero que ellos no son capaces de comer sus mismos “menjurjes”.
Ahora, le voy a decir por qué está confabulada la Profeco, estos personajes que más bien son servidores públicos, ya debieron haber hecho una visita para recomendar que no intimiden a los comensales y que coloquen los precios de sus alimentos a la vista de los clientes, al grado tal que el que quiera pagar 160 pesos por una tortilla con queso lo haga bajo su propio riesgo.
A la Secretaría de Salud no se le ha ocurrido ver la calidad de lo que se vende en la zona de comidas de ese lugar, de la carne, del agua y todos los alimentos, sin dejar de mencionar la limpieza que deja mucho que desear.

¿De los malos los peores?
Es lógico que los dueños de esos restaurantes, no todos por supuesto, se aprovechen de la gente que llega de visita, las rentas que les cobran deben ser tan altas que un refresco lo tienen que vender hasta seis veces su valor, lo mismo que un taco, una garnacha o un bistec.
Es lógico que las autoridades que antes les comente, se hagan de “la vista gorda”, al final la mala organización de la Feria de Puebla los llevó a no poder convocar a restaurantes de renombre, ¿qué negocio de este tipo se atrevería a ingresar a una feria mal organizada, ni siquiera un servidor se atreve a decir que de pueblo, porque en los pueblos las fiestas son de antología, alimentos, bailes, jaripeos, gallos, todo lo que pone feliz a una familia.
De todos modos, esta feria va a pasar a la historia, nunca antes podías comerte un taco, subir a un juego, comprarte una artesanía, ir al baño y hasta tomarte una cerveza al mismo tiempo, como si estuvieras en el metro, como si no hubiera separadores.
Quienes están a cargo de la logística de la Feria de Puebla, fueron capacitados para atender fiestas como la de los “Panzones”, 5 de Mayo, El Calvario, donde su única actividad fue permitir que todos los puestos, todos, se colocaran a como les diera en gana, con tal de que paguen su renta y se pueda recuperar parte de lo que se ha invertido no sólo en ese Centro Expositor, sino en todos los preparativos de una festividad al “ahí se va”.
¡Qué bueno que ya se va a terminar! y del palenque mejor ni hablamos, mucho menos de la casa de juegos “brinco” que les permitieron colocar a unas calles, frente a un Oxxo, vaya, a la entrada de la feria.
Nos vemos cuando nos veamos.


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