A ratos parece como si no hubiera luz al final del túnel. La población se mueve en el filo de la frustración y el desgaño. Ya no se cree en nada. Cuando los políticos salen a decir que el cielo es azul, la población voltea y mira un cielo ennegrecido. A su vez, los gobernantes no acaban de aquilatar el estado emocional irascible de la República. De hacerlo, ya habrían puesto en marcha mecanismos institucionales de conjuración. Pero no hay nada de nada, más que el mismo discurso de que “no hay más ruta que la mía”. Y en ese tesón no se va a ninguna parte, más que a las tiranías.
Es posible que en algunos sectores del gobierno se intente de veras anteponer la fuerza al ejercicio de la política. La política es el acto civilizatorio más grande que haya imaginado el hombre para vivir en comunidad. No hacerlo es vivir en “estado de naturaleza”, como dicen los especialistas para referirse a las sociedades primitivas en las que no rifa más que el temor de la fuerza de los palos y las resorteras. Ahora se dirá: “la fuerza de las metralletas y los cuernos de chivo y los toletes”. Pero para el caso es lo mismo. Recuperemos la política porque es el único recurso que nos queda para medio sobrellevar la vida en común. Ni aquí ni en China los fundamentalismo han dejado nada bueno.
El día a día se ha convertido en la zona más resbaladiza para la clase política. Estamos ante una de las tantas expresiones de la acumulación de agravios y la incapacidad de los gobernantes para crear zonas de confianza. ¿De veras se puede gobernar con recelo de uno y otro lado? ¿Se puede ser ciudadano con la espada de Damocles en el cuello haciendo tic tac? Me paree que no. Sin embargo, los gobernantes no hacen nada para arribar a nuevos estadios en los que la gente común y corriente, vea en ellos a unos aliados y no amenazas. Los estados más estables políticamente son aquellos gobernados mediante la ponderación de la política y no de la fuerza pública.
Semanas atrás, en un país con los estándares culturales del nuestro, nadie habría previsto que un poeta pusiera a los gobernantes patas arriba, y literalmente los dejara sin recursos de objeción. Sobre todo porque estamos en un país en el que los poetas no hacen política. Su mundo es la vida privada de los libros. Para el 28 de marzo, fecha fatídica en el calendario de la familia Sicilia, la amenaza de la oposición estaba bajo control. Apenas representada por los órganos y actores tradicionales, que no representan mayor riesgo. El atrincheramiento del PRI en las cámaras; las fracciones del PRD y sus desavenencias intestinas; el retorno testarudo de López Obrador; y hasta algunos “díceres” sobre eventuales grupos armados en las sierras. Pero un poeta… ¡cuándo se había visto!
La última cruzada nacional de un intelectual, si no recuerdo mal, la encabezó José Vasconcelos en 1929, en pos de la presidencia de la República. En un intento por civilizar la política, buscó infructuosamente revivir el movimiento civil encabezado dos décadas atrás por Francisco I. Madero, y el Partido Antirreeleccionista, del cual había sido fundador y activista en la primera época. Pero en aquel mundo de generales, el educador no llegó a ninguna parte más que al destierro. Krauze lo celebra, porque sin él no contaríamos con sus memorias y su parecer de aquel México. ¿El destino de la República a cambio de un par de libros?
Si algo reciente la población con avidez es la ausencia de dirigentes que hagan clic con ella. Los políticos son todo, menos líderes populares que convoquen los anhelos generales. De no ser por esa aridez, y como lo ha confesado el propio poeta, nunca se habría encontrada en la situación de esperanza en la que hoy se encuentra, maese don Javier Sicilia.
Chayo news
Lo tratamos de explicar en el primer número de Barbarie, la ciudad letrada: no hay desarrollo ni político ni económico sin reformas. Los cambios sin reformas terminan en acciones de gobierno meramente accesorios, porque en general si cumplimiento queda a voluntad de los gobernantes.
Alberto Amador, uno de los parlamentaristas más experimentados que tiene Puebla, ha solicitado al gobernador del estado que realice las reformas pendientes, de modo que el próximo proceso electoral ocurra bajo nuevas condiciones de gobernabilidad. Pero sobre todo, que haya garantías para que el Congreso ejerza su independencia, a la que esta obligado por ley.
Amador es el representante del capítulo Puebla de la fundación Isidro Fabela, una de las organizaciones políticas más importantes que tiene su sede en Toluca, Estado de México.
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Juan Manuel Mendiola García, académico de la Ibero Puebla es el promotor de un par de eventos relacionados con la política social y la participación universitaria. El primero tendrá lugar el próximo miércoles en el aula A-203, y tratará sobre las “consideraciones para el desarrollo local municipal”; el jueves se analizará “la Ley de Desarrollo Social de Puebla y las enmiendas pertinentes”. Ambos eventos se desarrollarán a las once de la mañana en la misma aula.
¿Un poeta?... ¡cuándo se había visto!
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