Si algo ha caracterizado la alternancia, es la ausencia de debate sobre los grandes temas. Pero más que eso, nadie se ha cuestionado hasta ahora cómo aprovechar el cambio de partido en el gobierno para impulsar las reformas imprescindibles para que Puebla salga del rezago y crezca en lo político y en lo económico. Sin reformas no hay progreso, lo saben hasta los periodistas.
Al respecto, el único que ha entendido el momento crucial es Alberto Amador Leal. En los primeros días del nuevo gobierno, escribió un minucioso artículo con el sugestivo título de “Oportunidad para traducir el cambio político en transición”. Antes tocó ese tema en un ensayo en la revista especializada Barbarie: la ciudad letrada. Conforme pasan los días, sus postulados cobran mayor vigencia.
La semana pasada, Amador —en su condición de presidente de la asociación civil Isidro Fabela capítulo Puebla— envió una iniciativa de ley al Congreso del estado con la finalidad de garantizar la gobernabilidad y la independencia de ese poder. Sin embargo, y de no ser por las iniciativas del poder Ejecutivo, el Congreso literalmente se encuentra paralizada, sino es que sumido en el socavamiento de su propia institucionalidad, como ahora lo hacen sus diputados en su afán de viajar a España con recursos públicos, a una ceremonia privada de la religión católica. Salvo, claro, que se demuestre que aquella sea una ceremonia republicana.
Pero vayamos atrás y veamos lo que dice Amador: “El largo proceso entre la elección y la toma de posesión del nuevo gobierno ha concluido. Ahora, en la víspera de que se consume este proceso inédito de cambio de un partido a otro en el poder, persiste la percepción de expectativa y, a la vez, de oportunidad para traducir la alternancia en un proceso de transición para la democracia, la justicia y la igualdad.
”La alternancia es un hecho, cuya concreción se realiza en un periodo breve, prácticamente el de la entrega recepción. Pero es también uno de los principios de la democracia mediante el cual la ciudadanía premia o castiga a los partidos como entes de interés público. La alternancia es, en este sentido, una oportunidad para revisar los temas pendientes, desde luego los de fondo, y dar un impulso decisivo a la transformación del Estado y a las condiciones materiales para el bienestar; en un supuesto ideal la alternancia debería traducirse en un nuevo pacto social. De manera que el reto para Puebla —para el Estado y la Sociedad— es que la alternancia como hecho histórico, de lugar a un proceso democrático que permita avanzar en la solución de los grandes problemas de Puebla. Si esto no se diera, entonces la alternancia quedaría como un accidente histórico de la democracia.
”La alternancia como hecho político históricamente relevante y la transición democrática como proceso capaz, eventualmente, de transformar instituciones y estructuras; discurrirán entre el ser y el deber ser. Los equilibrios de poder al interior del nuevo grupo gobernante y entre éste y la oposición o entre el gobierno entrante y los medios de comunicación o con los empresarios o el gobierno federal; tenderán a reafirmar el poder refrendado en las urnas, es inevitable, es natural que así sea. Lo fundamental, en todo caso, es la forma y los fines del ejercicio del poder.
”Por ejemplo, la decisión de los legisladores, miembros de los partidos de Compromiso por Puebla; de integrase en una sola fracción parlamentaria, en este caso el PAN, con el fin de tener el control de la mesa directiva y la gran comisión, debe ser provisional para contribuir a la propia gobernabilidad del Congreso y al inicio del nuevo gobierno. Por su propia fragilidad no puede ser definitiva; debe darse paso a un gobierno plural tal y como se hizo en la LVII Legislatura federal. Esta será una prueba, más bien un indicio, de qué tipo de transición se pretende.
”Algunos militantes del PAN se preguntan ¿Por qué pedirle a Compromiso por Puebla un gobierno plural en el Congreso cuando no lo hizo el PRI? Justamente es el dilema ético, político e institucional a que se enfrenta toda transición que se diseñe para trascender. ¿Por qué no lo hizo el PRI? Por qué su aplastante mayoría obnubiló a su dirigencia y desde luego por falta de una visión comprensiva, incluyente, contemporánea de la democracia y del cambio político que vivimos. El Congreso de Puebla es una institución con inercias y prácticas premodernas, es una institución que debe ser transformada. Por ejemplo, la nomina es aún administrada por la Secretaría de Finanzas, como un instrumento de control. Hay quienes piensan que la división y el equilibrio de poderes es una falacia. Pero entonces: ¿sobre qué principios e instituciones vamos a construir una nueva sociedad? Desde luego suponiendo que aspiremos a fines superiores y no al simple ejercicio del poder por el poder. Sería una salida falsa no hacer los cambios que reflejen la nueva pluralidad del Congreso con el argumento de que la nueva mayoría debe usufructuar los mismos beneficios, en este caso vicios, que la anterior mayoría.
”En cuanto al Poder Judicial, ya lo hemos dicho en estas páginas, es sabido que subsisten las prácticas de sujeción al Poder Ejecutivo, incluso ha trascendido que en el gobierno que concluye, algunos de los magistrados fueron llamados a adelantar su periodo de jubilación con la idea de renovar al Tribunal antes del cambio de gobierno. ¿Cuál sería el camino deseable para que al igual que el Congreso, el Poder Judicial, recupere su papel de equilibrio entre los otros dos poderes?
”A partir de la reforma judicial de 1994 la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha recuperado, gradualmente, la potestad y autonomía del Poder Judicial, es una práctica republicana que se está arraigando en todo el país. La disputa entre la Fiscalía General de Chihuahua y tres jueces que liberaron a un presunto asesino, está abriendo un debate de mayor hondura respecto de las competencias y responsabilidades del ejecutivo, legislativo y del propio poder judicial en el ámbito de los complejos problemas de seguridad y justicia que padece el país.
”En el caso de Puebla se han dado tres indicios: la tentativa de que un cierto número de magistrados presentaran su jubilación anticipada; la disputa entre los poderes Judicial y Ejecutivo por la posesión de un terreno utilizado en la ciudad judicial como estacionamiento y la suspicacia de una inesperada reforma, a saber auspiciada por el gobierno entrante, que suprime el requisito de haber nacido en Puebla como necesario para ser magistrado.
”Más allá de la reforma de los poderes y del perfil del nuevo gobierno existe expectativa sobre la nuevas reglas del juego, así sea entre empresarios, presidentes municipales, universidades o medios de comunicación. En tal sentido, me parece oportuno volver al tema de la revisión del pacto o contrato social.
”Más que un antídoto contra posibles rupturas, que en una sociedad viva y de contrastes seguramente se darán, creo que el nuevo pacto social debería ser un elemento de cohesión en torno al proyecto común que demanda nuestra Puebla. Esa sería la virtud de la alternancia y la posibilidad de que se transmute en transición democrática. Un evento histórico como éste, quizás no se repetirá en muchos años, es una oportunidad para el Gobierno electo y para la sociedad. Convertir la alternancia en oportunidad de cambio y renovación, definitivamente precisa de un nuevo pacto, contrato o acuerdo social como se quiera denominar. En este sentido, todos los sectores y los grupos de interés tendrían la posibilidad de realizar su cometido con certidumbre. Lo pertinente es partir de lo fundamental: que los integrantes del nuevo gobierno asuman que tienen un mandato ciudadano para servir, no para ejercer un poder sin límites o en provecho propio; y que la sociedad y sus sectores estén dispuestos a participar con responsabilidad en la construcción de una Puebla más justa. Desde luego que existe la intención natural del Gobernador Moreno Valle de poner su impronta en el ejercicio del poder; seguramente que hay un cúmulo de intereses en juego y también contradicciones de difícil solución. De ahí que el nuevo contrato social debe construirse con una enorme lucidez y determinación para poner por encima de los intereses parciales, el futuro de Puebla.”
La urgencia de la transición
PUBLICIDAD