Aunque el número es grande y todos cuentan con sus respectivos méritos, en este momento no hay más que cuatro nombres con posibilidades reales de encabezar la formula al Senado de la República por el PRI.
No lo digo yo, lo dicen quienes elaboran escenario estratégicos con información de primera mano, proveniente de los altos círculos de la ciudad de México, y de algunas consultorías especializadas, encargadas de medir fortalezas y debilidades en el contexto nacional y local.
Y respecto a Puebla digo “posibilidades reales”, por lo que me refiero a las personas que están en el ánimo de los prohombres del PRI, y de manera particular de los estrategas de Enrique Peña Nieto, quien ya es tenido y atendido como el candidato presidencial, salvo un acto de contingencia fatal.
Pero no solamente basta estar en el ánimo de quienes, hoy por hoy, toman las grandes decisiones en ese partido. Es preciso que los eventuales aspirantes demuestren alta rentabilidad electoral y política. Con lo cual quiero decir que no es suficiente la cercanía o la simpatía con Fulano o Zutano.
Si la designación fuera la tarde de hoy, la candidatura (la cabeza de la fórmula priista) estaría disputada entre Blanca Alcalá Ruiz, Enrique Doger Guerrero, Alberto Amador Leal y Enrique Agüera Ibáñez. En ese orden estricto. Las versiones que se hicieron correr en los últimos días respecto de algunos de ellos, no tienen ninguna importancia en este contexto.
Como es ampliamente observado, Enrique Agüera se ha revelado como el político más audaz en los últimos seis años, y con la mayor capacidad de resistencia. Su fuerza de seducción política es irresistible.
Primero lo hizo con su antecesor y mentor, Enrique Doger, siguió con el entonces gobernador Mario Marín y remató con Javier López Zavala. Hoy por hoy, y hasta donde se ve, el nuevo gobierno está a punto de precipitarse en torno suyo.
¿Por qué lo digo? Porque es el único que sale con posibilidades de ser propuesta incluso del Panal. Se dice que Agüera nunca ha ganado una elección, pero prácticamente salió ileso de una de las campañas más feroces que se haya enderezado contra político alguno. Televisa lo inmunizó.
Alberto Amador Leal es el reverso de todos. Primero es el político que cuenta con mayor trayectoria en el gobierno federal. Más que local, es un político hecho en las grandes ligas nacionales. Es uno de los más experimentados legisladores del país, pues lo ha sido cuatro veces. Hace seis años hizo campaña en todo el estado. El nombre de Alberto Amador se volvió una obsesión para el gobierno anterior, y lo mantuvo lo más distante que pudo hacerlo.
Alberto Amador es el único de los cuatro que en un santiamén montó una estructura estatal, al amparo de la Fundación Isidro Fabela. Ya nombró representantes en igual número de distritos federales, y todos los nombrados son, por sí mismos, potentes aspirantes a diputados.
Más que Melquiades Morales Flores, Enrique Doger es una hechura de Mario Marín Torres. A contrapelo de la voluntad del exgobernador, si se quiere. Pero la personalidad de Mario Marín y de su grupo cercano le permitió al exrector esa fogosidad que prácticamente todo el sexenio pasado lo mantuvo en las primeras planas.
Sin Marín y Zavala en los viejos pedestales, Doger perdió su refulgencia. El último acto que logró convocar —como en los viejos tiempos— fue cuando prometió encabezar la defensa de los anhelos del gremio de los comunicadores. Sin embargo, en el trayecto que va del hotel Camino Real al Congreso, cambio de parecer, dejando en muchos un mal sabor de boca.
El exrector no ha ganado más que una elección constitucional, la de alcalde, y nunca ha tenido un puesto público, que no sean el de rector y alcalde. Su actual lugar en el Congreso lo obtuvo mediante la fórmula de las plurinominales. En mucho, gracias a sus arreglos con los marinistas.
Una de las grandes virtudes de Blanca Alcalá es su osadía electoral de hace tres años. Como todos recordarán, la exalcaldesa arrancó su campaña por la presidencia con una diferencia en su contra de 23 puntos. Se puso a trabajar y remontó primero la diferencia, luego terminó ganándole a su contrincante panista con una diferencia de 22 puntos.
A diferencia de Doger y Agüera, Blanca tiene una larga experiencia en la administración pública local, en el partido y en el Congreso. Tiene a su favor que es mujer, algo que (para el Senado) la costumbre ha vuelto un requisito. Blanca es de los políticos más mesurados que haya. No se ha peleado con nadie. Es la única que termina en la presidencia y mantiene un alto grado de popularidad y aceptación entre la gente.
De los cuatro, es la única que es bien calificada entre los sin partido, y entre las mismas filas del PAN y del PRD. La magia de hace tres años la hicieron los panistas resentidos y los sin partido, amén del voto priista y perredista.
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El miércoles habrá todo un acontecimiento social y político en el municipio de Huauchinango. Su alcalde, Omar Martínez, rinde su informe de los primeros cien días.
Los cuatro priistas para el Senado
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