Con la frase de “vividor, vividor no soy, pero déjame las llaves de la Patriot en el escritorio”, dicen que Eduardo Rivera le contestó a Blanca Alcalá cuando ella, en la mejor disposición, puso a sus ordenes una buena parte del erario público para sus gastos más inmediatos.
Gastos que cubrieron cinco meses previos a su arribo a la presidencia municipal. Gastos que se mantenían en el secreto de dos alcaldes —uno entrante y la otra saliente—, hasta que las típicas poses de impolutos que gustan asumir los panistas en el poder llevaron a que se realizara una investigación periodística que exhibió la verdad de los hechos.
Una verdad que puso en entredicho no a Blanca Alcalá, sino al presidente Eduardo Rivera, así como a al equipo yunquistas que apoyaron esta irregular situación administrativa. Misma que reventó justo a los cien días de haber iniciado su gestión.
¿Coincidencia ó destino?, dijera el Profe Tizo. Lo cierto es que aquellos que quisieron denostar el desempeño de Blanca Alcalá durante la etapa de entrega-recepción hoy deben estar mordiéndose la lengua y auto flagelándose ante la estupidez cometida al filtrar datos y hasta documentación oficial para manchar la imagen responsable y de transparencia que la expresidenta municipal priista había dejado en el inconsciente colectivo.
El hecho de que hoy se sepa que Blanca Alcalá subsidió hasta la oficina donde despachó el equipo de Lalo Rivera durante su largo periodo de transición, deja muy mal parados a los panistas que gustan de comentar su arribo al poder, tanto en la entidad como en el municipio, es producto de una actitud honorable e irreprochable.
En suma, que sus gobiernos son “taaaan decentes”, que serían incapaces de cometer atropellos y corruptelas como las que se realizaron en los sexenios tricolores.
Una aseveración que es más falsa que la retórica —si puede llamarse así a lo que dice— de la Gordillo. Y eso sin considerar la máscara que porta. Hoy como nunca las poses de decencia y pundonor albiazul siguen cayendo por su peso.
Nadie cree en la estrategia calderonista para salir del bache económico, financiero, laboral y de inseguridad que México padece. Nadie cree en la relación de respeto y colaboración que Fecal y la Gordillo tienen hoy en día, para desgracia de la educación pública, que seguirá rezagada y acotada por Televisa y Azteca.
Nadie cree que tengamos un país turísticamente boyante, luego de la brutal inseguridad con la que vivimos el día a día, además de los enfrentamientos de militares y “narcocapos”, ahora tenemos que lidiar con los excesos y abusos sofisticados de personajes improvisados en el servicio público por cuenta y gracia del panismo en el poder. Causa gracia escuchar sus torpes justificaciones ante la obviedad de su incompetencia para resolver situaciones de ídolo político- administrativa.
En contraste, suelen ser muy hábiles a la hora de coludirse con amañados personajes de todos los partidos para lograr sus voraces fines. El poder los ha envilecido, no tienen llenadero.
Insistir en el pasado sacando cadáveres de viejos roperos no les ayudará para repuntar electoralmente en 2012. Fecal ha demostrado cinismo y soberbia desmedida para resolver asuntos de interés nacional.
Sin el menor sonrojo determinó que su “delfín”, al más viejo y detestado estilo tricolor, es el imberbe Ernesto Cordero. ¡Ah! Cómo jala el nombre; es la importancia de llamarse Ernesto.
Luego de esta designación de facto a la que se prestaron ridícula y vergonzosamente los panistas copulares, hasta Moreno Valle se formó, vamos a ver de que madera están hechos los panistas de cepa. ¿O ya no hay?
Queda claro que la democracia es una palabra que utilizan solo para ganar votos los panistas, porque para nada la practican. Ya vimos que con poder la gente saca su verdadero yo.
Y el de los panistas confirma lo que ya sabíamos. Gustan de la doble moral y de ser “comesantos y cagadiablos”.
Sin más fuerza que los recursos públicos a su disposición, las próximas elecciones se antojan francamente favorables para el tricolor. Con un gallito rapaz y sin espolones como Cordero, Peña Nieto no tiene obstáculos para recuperar la confianza del electorado nacional.