El lunes, muy de mañana, el poeta Juan Carlos Canales se comunicó conmigo. A diferencia de otras veces lo noté afligido. Su artículo de ese día era motivo de comentarios que en general se salían del patrón que caracteriza a los foros de la prensa poblana. “¿Pus qué escribiste, cabrón?”. El tema era el poeta Javier Sicilia y el movimiento de dolor que encabeza. No dice nada nuevo que no haya sido dicho ya por la prensa nacional. Pero Javier Sicilia se sale del canon que domina a la política nacional, porque no son los partidos, ni los diputados, ni los alcaldes de pueblo, ni los virreyes gobernadores, ni los grupos de poder económico o católico. Los que de un modo u otro son domesticables y comen de la mano. El del poeta es un novísimo movimiento social con hondas raíces en el clamor popular, y que desde el aparato de gobierno no saben cómo desprestigiar y silenciar. Para acabarla de amolar Sicilia es católico practicante, aunque no de la grey del dinero, sino de los contrarios, los que han optado “por la opción de los pobres”.
¿Qué dice Juan? Hay que decir primero que los comentarios del poeta son de un estilo abigarrado, que rayan en lo barroco, salpicado de tecnicismo y que se quieren de hombre erudito. El suyo no es el estilo tradicional de los periódicos. De artículos redactados pensando en la clase política y no en los lectores. Fabricados para el consumo rápido. Párrafos de renglón y medio, sino es que de uno, generalmente regodeados en la simplicidad del momento, cuando no la vil adulación. Si es un comentario sobre apodos de políticos, pues qué mejor. Será motivo de complacencia. Y si hay llamado de atención, ¡se-ño-res!, es que el tal fue leído. Para bien o para mal, es lo que vende en el estanquillo. Pero no es el caso de Juan.
El caso es que uno de los comentarios más rabiosos dice textual: “Sr. Canales, con todo respeto, pero lo más correcto es decir la verdad, y la verdad es que al hijo del tal Sicilia, que dicho con todo respeto, sólo en su casa lo conocen, pero a su hijo se lo mataron después de estar 10 horas en un bar de mala muerte acompañado de suripantas, no se lo mataron a las puertas de una biblioteca. Sr, Canales, usted ¿deja que sus hijos se la vivan por 10 horas continuas en un antro?,la prensa virtual ya convirtió a un adolescente borracho en un heroe, y a un perfecto desconocido en un ‘famosisimo’ poeta, hágame usted el refabrón cabor, yo creo que ya es tiempo de que deje de hacerle publicidad gratuita aun fulano, el cual ya comprobamos que su hijo le importó un tiznado carajo, sólo muerto le importó y sólo para hacerse publicidad gratuita”.
En tanto que el cometario de Canales es del estilo de que “hay que aplaudir, en principio, que el movimiento encabezado por Sicilia haya sacudido, bien o mal, la conciencia nacional, y luego haber llevado la propia sociedad a la recuperación del espacio público y a la elaboración de una agenda común en torno a la situación general del país. Es cierto que esta agenda tiene como tema nodal el del crimen organizado y el narcotráfico. Pero a diferencia de la posición gubernamental que los reduce a un mero conflicto militar, intenta repensar —desde un marco mucho más amplio— la multitud de factores que intervienen en el problema, siendo el primero y más obvio, la incapacidad de la clase política en general y, en particular, el gobierno de Calderón para darle una salida efectiva y eficiente”.

Chayo news
El Consejo de Seguridad Pública (pero más que el Consejo, el titular de la SSP) deberá explicar a qué debemos que funcionarios de esa dependencia se anuncien en las bardas de oficinas gobierno, cuando todavía no es periodo electoral. No son los partidos los que lo hacen, ni los órganos lectorales, sino funcionarios (y perdón por el pleonasmo) en funciones, o por lo menso en la nómina, salvo que estemos ante una novedosa política de seguridad pública implementada en el nuevo gobierno, y que los transeúntes comunes y corrientes no alcanzamos a aquilatar en su justa dimensión.
En las oficinas de la SSP, a cuya cabeza se encuentra el afamado Ardelio Vargas, en la calle 24 Sur 1114, junto a Finanzas, en uno de los extremos de la planta alta de dicha dependencia —y precedidas de los colores y símbolos oficiales— se pintaron algunas escenas en las que con normalidad aparecen efectivos en acción; pero-pero, justo en medios de los arriesgados policías, aparece posando un funcionario vestido con riguroso traje sastre, camisa llamativa y una corbata de color subido, que no pasa desapercibida. Una figura pintada para ponderar los contrastes, y que no pide nada a las recomendaciones que suelen hacer los marchantes del mercadeo político-electoral. Algo pues que no hacen ni los jefes de los poderes, porque no se ve al gobernador Moreno Valle en esas poses, al diputado Aréchiga o al jefe del Poder Judicial, cuyo nombre —como muchos— ignoro. Dicen “los polis” de guardia que el “pintado” es un malora llamado Rogelio López, y que no hace nada.