Ayer el primer cuadro de la ciudad de Puebla y arterias principales que lo circundan se desquiciaron por un motivo peculiar. Sin duda fue un día muy caótico para todos aquellos que tuvieron la mala fortuna de atravesar por la mañana y las primeras horas de la tarde las principales calles del Centro Histórico de la capital. Como todos sabemos, una manifestación motorizada se congregó frente las puertas del Congreso del estado; los mototaxistas disconformes provenían de múltiples sitios, apartados y lejanos a la capital del estado, de las ciudades de Coronango, Tehuacán, Cholula, Cuautlancingo, Calpan, Quecholac y Acatzingo brillaron por sus protestas.
Más de 30 organizaciones pertenecientes al gremio dejaron escuchar su voz y mostraron con gran escándalo sus pancartas. En honor a la verdad la causa era bastante entendible: los diputados locales amenazaron con anular y no volver a renovar las concesiones de mototaxistas en 42 municipios de la entidad que tienen este servicio. Obviamente ardió Troya, y aunque la manifestación fue bastante pacífica, a la manera de un auténtico grupo de presión los trabajadores afectados se plantaron frente al Congreso intentando forzar a los legisladores a dar marcha atrás. Las reacciones, de igual modo, no se hicieron esperar.
Pronto las protestas rindieron sus efectos: al interior de la sede oficial del palacio legislativo muchos parlamentarios discurrían sobre la necesidad de revisar las concesiones y, entre tanto, las condiciones generales del transporte público en Puebla. Ojalá y así sea, pues muchas corruptelas, favores políticos y malversaciones de la ley saldrían a la luz, y es necesario que la verdad sea pública. Incluso se propuso una reforma a la Ley del Transporte Público que, según algunos diputados, no se ha tocado desde hace más de diez años; aunque eso no es del todo cierto, pues hace no mucho se le hicieron algunas reformas, las modificaciones jurídicas por sí mismas servirán de muy poco para solucionar el problema.
En efecto, el pretexto me resultó idóneo para publicar secretos a voces. Es decir, el problema del transporte público en Puebla requiere de la implementación de varios frentes de combate, como la revisión del personal y del estado de las unidades, hay muchas licencias que deben ser revocadas, así como muchas unidades que circulan desde hace más de 15 años; las tarifas deben ser tabuladas, ya que las últimas legislaturas se han negado a establecer precios diferenciales según la proporción y tiempo de utilización del transporte público, por no hablar de la sobreexplotación de concesiones y sobrepoblación de las unidades que hacen evidentes, entre otras cosas, redes de enriquecimiento ilícito y explotación laboral, así como la necesidad de un proyecto estructural, transexenal que satisfaga los requerimientos del movimiento, trabajo y crecimiento de la urbanización y vialidad de un estado en crecimiento permanente y exponencial.
En fin, es un sinnúmero de problemáticas que no pueden ser obviadas. Por su parte, el gobernador Rafael Moreno Valle aseguró que el camino para la resolución no puede ser otro más que la negociación de los disconformes con el Congreso. Sin embargo, estará de acuerdo que la problemática de los mototaxistas de 42 municipios de la entidad es la punta de un iceberg que únicamente podrá ser solucionado con un esfuerzo conjunto entre los dos poderes, Ejecutivo y Legislativo, pues sólo a partir de esfuerzos de cogobierno e inteligentemente dirigidos podemos hacer de Puebla “el estado que queremos”.
Protesta sobre ruedas
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