Los operativos violentos de Ardelio Vargas no son casuales; la magia de las hemerotecas dan cuenta de los antecedentes del funcionario morenovallista, quien es poseedor de un largo historial represor en cargos anteriores.
Espero que estos tres operativos le hayan servido al secretario de Seguridad Pública para reflexionar y recapacitar sobre estos lamentables acontecimientos.
Así las cosas, espero que este triplete represor no se convierta en el sello de la nueva administración porque entonces los poblanos nos encontraríamos en serios aprietos.
Ardelio Vargas debe pensar que los operativos que coordinó en casos de narcotráfico a su paso por el gobierno federal, no pueden realizarse de manera similar para incautar mercancía “pirata” en un mercado citadino, y tampoco para realizar cateos en locales comerciales de la 46 Poniente sin una labor previa de inteligencia.
Nadie puede desdeñar la experiencia del secretario Vargas Fosado, sin embargo es evidente que tiene que aterrizar y entender que Puebla no es Tamaulipas o Nuevo León, y que la “piratería” y la venta de autopartes robadas no pueden perseguirse con operativos similares a los que utilizan contra el narcotráfico.
Sin el ánimo de minimizar las ilegalidades que se cometen en mercados como La Fayuca, para quienes vivimos en este estado tenemos claro que la inseguridad se ha disparado y que el control se está saliendo de las manos de nuestros funcionarios.
En Puebla no necesitamos un Rambo o un Terminator; lo que urge es un secretario eficaz.

Se salvó la Feria
Si de verdad le interesa tanto al gobierno morenovallista poner en orden la venta informal, la “piratería” y la fayuca, bien podrían haber iniciado revisando la mercancía que se vendió en la Feria de Puebla.
Afortunadamente no se les ocurrió.
Ya me imagino a Ardelio Vargas entrando con mil efectivos al Centro Expositor, lanzando granadas de gas lacrimógeno, porque —según la filosofía del funcionario— la “piratería” no se puede tolerar.
Me queda claro que es una hipótesis descabellada, pero de ese tamaño fue la imprudencia mostrada el domingo pasado.

El narcisismo mató a Pablito
En solo cien días Pablo Rodríguez Regordosa cayó del ánimo de su jefe.
Sus yerros constantes como secretario, sus tropiezos lingüísticos y su arrogancia permanente fueron mermando la relación con el gobernador Moreno Valle.
Sin embargo, la gota que derramó el vaso fue su aparición en la revista Líder.
Resulta que el secretario del Trabajo, Economía y Productividad se presentó al evento organizado por Fernando Manzanilla en el Complejo Cultural Universitario, con un cerro de revistas Líder en donde apareció en la portada presumiendo su “brillante” trabajo.
Sin recato alguno, como larines repartió las revistas a los invitados.
Uno de los ejemplares cayó en manos del gobernador, quien de inmediato metió en cintura a su inquieto funcionario que desde ese día dejó el protagonismo para mejor ocasión.
Casualmente, desde ese día Pablo Rodríguez dejó de aparecer en los medios, obedeciendo órdenes superiores.
Debo reconocer que para esas cosas, el gobernador no deja pasar una.
Y Pablito ahora ya lo sabe.