Hace algunas semanas le platiqué sobre mis dudas en torno a la creación de la Fundación Isidro Fabela, que fue anunciada con bombos y platillos. Se supone que tiene el objetivo de promover la ciencia y la cultura en el estado, por lo menos eso han dicho públicamente sus integrantes, aunque no es un secreto que la verdadera razón es crear redes ciudadanas que inicien un trabajo “hormiga” en favor de Enrique Peña Nieto (léase con suspiros de fondo).
Nadie se espanta porque una fundación, que además existe a nivel nacional, tenga intereses políticos. Lo que destaca, es que sólo a un par de meses de ponerse en marcha no sólo haya cambiado de presidente, sino que se ha convertido en una especie de orfanato político.
Resulta que la Fundación Isidro Fabela ahora se pintó de un color “obrero partidista”. Ayer, en el Hotel Presidente Intercontinental, Alberto Jiménez Merino, quien fue recientemente nombrado cabeza de la organización en Puebla, luego de que Alberto Amador Leal la dejara para sumarse a los mismos trabajos pero a nivel nacional, ofreció un desayuno para darle la bienvenida al líder de la CTM, Leobardo Soto, como titular del Consejo Consultivo en Puebla.
Es decir, que el exsecretario de Agricultura y también diputado federal pretende utilizar la plataforma de la Isidro Fabela para integrar oficialmente a sus compañeros legisladores, como es el caso de Soto.
Como el dinero es lo que les sobra, los diputados tuvieron a bien convidar a líderes de distintas organizaciones sindicales para que se acerquen y participen “en la promoción de la cultura y la ciencia”.
Qué cinismo. Por lo menos hubieran esperado un poco para agandallarse la fundación. O hubieran invitado a ser parte de la misma, para tapar “el ojo al macho” a académicos, investigadores o expertos en temas culturales, como por ejemplo Alejandro Montiel, quien independientemente de ser amigo personal, nadie pone en tela de juicio su capacidad y experiencia en el ramo.
Por cierto, en esta ocasión Javier López Zavala no tuvo ninguna injerencia y aunque algunos creen que forma parte de esta estructura y tiene las negras intenciones de utilizarla para conseguir la candidatura al Senado, la realidad es que esta vez no fue requerido. Es más, los mismos legisladores se han quejado de la aparición de “Z” en actos de la fracción parlamentaria en las que no debía estar presente, como fue el caso de la reunión que sostuvieron los legisladores poblanos con el gobernador Enrique Peña Nieto (suspiros… sí, otra vez y qué).
Regresando al punto. Según el articulo 6 de los estatutos, “la fundación tiene como finalidad enaltecer, promover, impulsar, difundir y prestigiar la ciencia y la cultura en todas sus formas y expresiones. Consecuentemente, promoverá la participación de la sociedad civil en la creación, la ilustración, el conocimiento, la difusión y el perfeccionamiento del ejercicio de la cultura buscando que en todo momento los miembros de la fundación se conviertan en protagonistas y no sólo en espectadores de la ciencia y la cultura”.
Con todo este descaro, ¿alguien les va a creer? Seguro que no.