Según me cuentan, el gobernador Moreno Valle quisiera entrar en la pelea por la grande; que bueno, pero antes de entrar por lo que sea, sería bueno que le entrara a la solución del horrendo caos y la anarquía en que vivimos desde ha más de diez años en Puebla.
Tengo la impresión de que sus secretarios, asesores y asistentes, o son una bola de vagos o no tiene ni voz ni voto en el quehacer del gobierno: están como arrumbados en los pasillos de Casa Aguayo, porque desde “hace un buen” no se nota ninguna acción de gobierno, es decir, no se ve nada que mejore la calidad de vida de sus gobernados —con todo lo que esto significa— da la sensación como de una parálisis política.
Puebla dejó de ser un pueblote desde hace quince o veinte años, dejó de ser el feudo de un grupo de familias intocables y de alcurnia. Puebla es ya una ciudad compuesta por personas que ha venido de otros estados, de otras ciudades y países, como cualquier gran ciudad; sin embargo, nuestros gobernantes siguen viendo a Puebla como un mendigo pueblo al que pueden utilizar para su beneficio personal. Eso ya no es posible. A la sociedad le queda muy claro quién está realmente trabajando por mejorar su calidad de vida y quién le está tomando el pelo y lo utiliza de trampolín.
Así que, si el gobernador Moreno Valle quiere ganarse la admiración de la cargada política del país, es necesario que mejore la calidad de vida de los poblanos, terminando con la anarquía que reina en su feudo. Se ganará el respeto y el cariño de sus gobernados, la fama y el éxito vendrán solitos.