Así podríamos resumir la actuación del Puebla de La Franja la tarde del domingo en el Cuauhtémoc frente al poderoso Monterrey. Un empate a tres goles que al final nos deja un amargo sabor de boca debido a las circunstancias que rodearon este partido, y es que cuando todo parecía indicar que la derrota de los Camoteros estaba escrita al verse abajo en el marcador al son de 2-0, una bravía reacción de la escuadra puso las cosas 3-2 a favor del Puebla. Monterrey ya jugaba con diez hombres y en la cancha ya no estaban ni Suazo, ni De Nigris, ni “El Chelito” Delgado, cuando en el último minuto de compensación un centro a segundo palo generó una nueva confusión en la zaga Camotera y terminó en penalti a favor de los regios para sentenciar el marcador final de 3-3.
Lo malo
Puebla fue víctima de sus propios errores, pues de los tres goles recibidos en ninguno el Monterrey hizo mucho para merecerlos: dos penaltis de regalo por parte de Roberto Carlos Juárez —de los cuales el último no era— y un autogol marcaron la peor actuación de este defensa central en su vida, aunque a su favor debemos decir que cooperó con el segundo gol de la escuadra, que marcaba el empate momentáneo. Juárez es culpable en gran medida, pero ¡ojo!, no fue el único, y es que sigo sin entender para qué demonios en los tiros de esquina el equipo sigue poniendo a los dos medios de contención a cobrar. Es ridículo, por mucho que el DT sostenga que así saca a un defensa del área. Lo peor es que a raíz de esos cobros surgieron las mejores opciones de gol de los norteños, quienes gracias a eso por lo menos sumaron un gol en su cuenta, y casualmente en el único tiro de esquina que cobraron como Dios manda.
En resumen, el primer gol del Monterrey fue un terrible error de Juárez al no despejar la pelota dentro del área cuando tenía todas las facilidades para hacerlo. El segundo fue un autogol de Juárez propiciado por un pésimo cobro de tiro de esquina por parte de Gabriel Pereyra, donde el Puebla fue agarrado en contragolpe. Y el tercero cayó en una jugada desafortunada por parte de DaMarcus Beasley, quien en el rebote dejó la pelota a merced del delantero de La Pandilla y Juárez lo fauleó dentro del área, aunque honestamente esta falta no existió y el arbitro le regaló el penal a los Rayados.
Lo bueno
Que el equipo se supo reponer de un 2-0 que parecía una verdadera losa.
Que a base de esfuerzo, garra e ímpetu le dieron la vuelta al marcador de una manera prodigiosa, en donde la unión de grupo los sacó adelante.
Que ayer el Puebla rescató a dos jugadores: Gabriel Pereyra, quien a pesar de haber cometido un costosísimo error que derivó en el segundo gol del Monterrey, me parece que dio una de sus mejores actuaciones desde que esta en Puebla porque se convirtió en un verdadero mariscal de campo que revolucionó al equipo al frente. El otro elemento es Issac Romo, quien demostró que está para jugar más minutos porque cuenta con presencia de área y porque por arriba es muy efectivo.
Que físicamente la escuadra demostró que está mucho mejor, pues quedó de manifiesto que en el segundo tiempo tuvieron el fondo físico para destrozar el planteamiento de Vucetich. A decir verdad, sólo por la bravía reacción que tuvo La Franja merecía ganar, pero el destino y los errores personales no lo permitieron.
Lástima, de verdad, pues de haber sumado el equipo de a tres se hubiera colocado en el sexto lugar de la tabla. Con el empate quedó en el escalón número once. Ni modo.
Vienen dos partidos complicados: la visita a Chivas el próximo sábado en el estadio Jalisco, quienes se ostentan como superlíderes del torneo; y después veremos a los Santos de Torreón en el Cuauhtémoc en 15 días. El objetivo debe ser conseguir al menos cuatro de esos seis puntos en disputa.
Lo lamentable
El comportamiento de algunos miembros de seguridad en el Cuauhtémoc, en especial de un sujeto llamado Miguel Vargas que trata a los aficionados como animales. Los maltrata los insulta y todavía dice que a él, Henaine, López Chargoy y Héctor Vera “se la persignan”. Es un loco a quien le dieron un poquito de autoridad y se siente “Dios en el poder”. Bien haría la directiva en tomar cartas en el asunto porque no es posible que este troglodita maneje parte de la seguridad del estadio a base de ofensas y maltratos a los aficionados. Por lo pronto ya está en trámite una denuncia penal por maltrato en contra de este “angelito de Dios”.
Nosotros, como siempre, seguiremos en línea.
Hasta la próxima.
Twitter @pepehanan
De lo ridículo a lo sublime, y viceversa
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