No, no se trata ni de una película de Alberto Isaac ni un cuento de Gabriel García Márquez. Se trata de que en esta Puebla no hay priistas y los que quedan tienen una maldición: Juan Carlos Lastiri Quirós.
Conocido como “El Campesino Holandés”, Lastiri cuenta en su currículum con una cola muy larga o en términos menos coloquiales: un expediente muy dudoso.
Desde el origen de su carrera política ha pasado por todos los “ismos” existentes: cuando Manuel Bartlett era gobernador, Lastiri fue presidente municipal y, por ende, fue bartlista.
Con Melquiades Morales Flores, nuestro personaje fue diputado local y líder de la CNOP, por lo tanto fue melquiadista.
Con Mario Marín fue subsecretario de Desarrollo Social, diputado federal y titular de la Sedesol; sobra decir que era más marinista que el propio Marín. Fue un buen rato zavalista, entiéndase que apoyar a Zavala hace un año y medio era un orgullo, ahora genera pena ajena.
Finalmente, Juan Carlos Lastiri “en este sexenio y con muchos esfuerzos lo hemos logrado”. Sí, en términos prácticos es morenovallista.
Y el problema que tiene es su expediente. Cada que se quiere poner rebelde, cada que quiere demostrar que es de oposición su pasado sale a relucir y de ahí brotan sapos, ratas, ajolotes, ranas y cucarachas. La cloaca en toda su expresión, para ser más exactos.
Prácticamente, el PRI en Puebla está desahuciado.
Caput.
Valió.
Y aún no ha tocado fondo.
Y como bien dice un amigo: cuando toque fondo caminará un buen rato en ese fondo para resurgir.
Lo peor de ese PRI hundido es que el capitán del barco ya entregó la nave. O como diría Leonard Cohen en su canción “Everybody Knows”: “Todo el mundo sabe que el barco tiene una fuga, todo mundo sabe que el capitán mintió”.
¿Qué hará el PRI ante la falta de un liderazgo moral? ¿Qué hará ante la carencia de ideología y ante la falta de rumbo?
Al PRI, después de todo el poder, le sobrevino todo el vacío. Todo el olvido. Se convirtió en el payaso de las cachetadas. Y mientras continúen con un dirigente tan endeble y tan manipulable, el destino para los priistas no es nada halagador.
El problema es que después de la borrachera del marinismo, la cruda ha salido muy cara. Y aunque en estos momentos se perfilan para recuperar el poder en el país —hay que subrayar en estos momentos— en Puebla no hay priistas.
Y seguirán así un buen rato. Haciéndole el caldo gordo al gobierno en turno.
Caput.

No todo es aldeano
Mientras tanto, la semana pasada, Johan Galtung, quien ha sido repetidas ocasiones candidato al Premio Nobel de la Paz, visitó tierras camoteras. Estuvo para dar una plática a la Academia de Policía, en primer lugar y después como ponente en el Tec de Monterrey.
Posteriormente, Galtung asistió a una cena en el restaurante La Casa de los Muñecos del centro, convocada por su representante en México, Fernando Montiel; Abel Hernández López, jefe de asesores del alcalde y por Marco Ramírez, funcionario del ayuntamiento. Ahí el estudioso sobre la paz opinó que la salida en la guerra entre el gobierno de Felipe Calderón y el “narco” es la amnistía general.
El hombre de 81 años que ha participado como mediador en diversos conflictos en varias partes del mundo, no dudó en decir que el principal problema de México es y ha sido sus presidentes. “No escuchan y son muy pequeños intelectualmente.”