Por mansos y por mensos ya recularon, ya se echaron pa’tras, los diputados de la fracción Down de la Asamblea del DF, arrepentidos y compungidos están. Hasta disculpas quieren pedir de su muy tonta y noña dizque propuesta, intentona, condenada al fracaso de tratar de prohibir la fiesta de los toros en la capital de esta muy guadalupana y torera República.
La historia es ésta: en sus últimos días, dos sábados anteriores, la “comisión” encargada de analizar tal propuesta fue convocada a trabajar en sábado debido a la carga de trabajo. Alguien, inteligentemente etiquetó esta propuesta como “intrascendente”, por lo que los diputados fueron convocados a trabajar en fin de semana.
Resultado: del total de los ocho diputados convocados, únicamente se presentaron dos y uno de ellos llegó solamente a firmar su asistencia —de seguro estaba en el límite de incidencias, faltas y retrasos para no perder sus e$timulo$ de puntualidad— y después de firmar se retiró inteligentemente, pues de seguro los ocho convocados recibieron en sus celulares y teléfonos fijos de casa y oficinas llamadas muy convincentes, tiernas invitaciones, muy cordiales palabras como: “Mira hijo de tu puta madre, si te presentas a comisiones te vamos a partir la idem. ¡No te la vas a acabar, pendejo!”, o cosas como “Tú qué vas a Comisiones y te damos una patada que te va a meter los pelos del culo pa’ dentro.”
Y es que la cosa no es para menos, los intereses en la fiesta son muchos y con el señor Herrerías no se juega; es como el tiburón que tira tarrascadas y no se anda con mamadas. Otro día, la semana siguiente, el “diputagay”, después de depilarse las cejas acudió al despacho de la gerencia de la gran plaza y muy sumiso, genuflexo, escuchó Cristian Vargas —así se llama— las razones: Cerca de mil 200 empleos se generan en cada corrida, son centenares de familias que viven de la economía que genera la fiesta; entre empleados, vendedores, actuantes, toreros y cuadrillas, lo que se llama “industria del toro”, pues de los animales lidiados se industrializa, se comercializa todo, hasta de las pezuñas, huesos y cartílagos de los toros se extrae la grenetina, base de la gelatina; de las pieles salen calzados, chalecos, chamarras y otras prendas de vestir y ni se diga de los cortes alimenticios; los deliciosos chamorros de las rodillas de la res, los filetes van a dar a los mejores restaurantes, platillos de gourmet, exquisitos rib eye; un corazón de filete a la pimienta, o una lengua en vinagreta sazonada con especies y hasta el rabo es materia prima de otro platillo: el guisado de rabo y las criadillas fritas con rajas de chile poblano y cebolla son verdaderos manjares —aquello que no tuvieron, ni tienen los diputaditos de pacotilla— del toro. Más tardó el diputado en salir de la plaza que en retirar su tonta propuesta.
Otra ridiculez monumental fue la que hicieron un puñado de esquizoides fanáticos del Verde que tontamente el domingo pasado se plantaron frente a la puerta principal de la Monumental Plaza México y con una absurda manta de “clausurado” y con verdes cadenas de plástico hicieron ridícula parodia de clausura de la plaza; un domingo, cuando no había ni un alma por los andurriales. Las notas de prensa dijeron que eran unas cincuenta personas, la verdad es que no llegaban a una veintena y eso que llevaron hasta a la “agüelita” en silla de ruedas, al perico y hasta un par de nietos; otra absurda estupidez, pues argumentan pretender que se prohíba la entrada a los niños a las corridas y ellos exponen, arriesgan a sus críos al llevarlos a actos de provocación. Salvaje e irresponsablemente, quisieran que los taurinos perdieran la paciencia y en sus adentros rezan por la violencia y criminalmente exponen a menores, buscando víctimas para hacerlos mártires de su estupidez. No tienen poder alguno de convocatoria y para sus “concentraciones” de tres docenas de desarrapados recurren a —los he visto en la inauguración de la temporada en Mérida y aquí en Puebla— a unos cuantos descontinuados hippies, como los que en Puebla habitan en las afueras y derredores del “Carolino”, que visten camiseta de manga corta y deshilachados pantalones, con huaraches y morral al hombro, se confunden con antropólogos del INAH y acuden a estos mini actos a cambio de un carrujo de mota que les dan los del Verde, partido que por algo es “verde”. Pero ahora los taurinos ya sabemos cuáles son sus falsos y débiles argumentos, estamos preparados para la gran agresión, la gran provocación del próximo aniversario de la México, provocación con la que buscan sacar partido con la violencia, ojalá y entiendan —es difícil— que con estas actitudes lo único que logran es perder adeptos, perder simpatizantes para sus colores.