La problemática social, económica y todas las broncas familiares que enfrentan de manera diaria y cotidiana las mujeres deberían estar en primer plano y, en consecuencia, pasar también abordar sus derechos y libertades como género.
La discusión sobre el derecho a la vida o no es equivocada, lógicamente todos estaremos de acuerdo con la vida.
Sobre el embarazo de la mujeres o su decisión por diferentes motivos para interrumpirlo, de ninguna manera puede abordarse entre el origen de la vida desde el punto de vista científico o la creación divina del hombre desde la mirada de la religión católica, dicha discusión jamás terminaría y una de las partes se negaría con todo aceptar que “dios no existe”.
Con la pena de equivocarme al escribir sobre el tema del aborto, sobre todo porque estoy convencido que es un asunto que les corresponde a las mujeres, trataré de bordar sólo unas pocas líneas.
Siento que las posturas del dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Mondragón Quintana, como otras coincidentes, son más morales que reales, pues antepone sus creencias religiosas sobre un problema de salud pública y que enfrentan en carne propia miles de jóvenes mujeres en México.
Es entendible su postura (conservadora); son valores, dogmas y doctrinas que el PAN ha defendido como tales, y en su momento le han generado buen capital electoral, no lo sé hoy; el tiempo los ha atrapado y tienen que reflexionar sobre este y otros temas más de manera tolerante.
Estamos en pleno siglo XXI, son muchas las nuevas demandas sociales que aparecen, más aún entre los sectores juveniles, y no puede ser que un partido político siga pensando en encarcelar a las mujeres como castigo por haber interrumpido su gestación.
Son posturas irracionales que nada tienen que ver con la democracia, la dignidad humana y mucho menos con los valores de la libertad.
Dice Mondragón Quintana: “Lo importante es que no parezca que en Puebla se puede abortar sin consecuencias legales, lo que queremos es defender la vida del no nacido y por lo tanto estamos evaluando la conmutación de la pena de cárcel por una multa u tratamiento médico.”
Hasta mi entender, no creo que por gusto las mujeres quieran practicarse un aborto así nomás, lo hacen por diferentes factores, circunstancias y motivos; pasan por varias “broncas”, discusiones emocionales, familiares, psicológicas y también morales.
Con la nueva iniciativa de ley sobre el aborto, Puebla no se convertirá en un paraíso para abortar, suena ridículo. Es más, la presunta iniciativa se queda corta y es muy limitada en cuanto a derechos sobre la salud reproductiva del género femenino.
Ahora me quedaría con una noticia que apareció ayer en algunos medios de comunicación, estremecedora, dramática, triste, lamentable y trágica, como muchas tantas que hay en Puebla y en el país, sobre los embarazos no deseados y otros producto de la violencia o abuso sexual.
“Un caso ha consternado a los médicos del Hospital de la Mujer. Guadalupe N., una niña de apenas 11 años —proveniente de la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacán— dio a luz tras 32 semanas de gestación un producto que apenas pesó un kilo y medio, y que se encuentra en terapia intermedia.”
Los médicos del nosocomio atendieron el pasado 22 de octubre a la menor que se encontraba en grave peligro de muerte. El comentario común fue que si hubiera estado vigente la reforma al Código de Defensa Social que se propone por el Ejecutivo, Guadalupe N. hubiera podido abortar y evitar la pesadilla que hoy vive.
El Hospital General del Sur recibió a una menor de escasos once años, con convulsiones crónicas generalizadas, al revisarla se percataron que la infante estaba embarazada.
Se trató de preclampsia, una enfermedad ocasionada por un embarazo no diagnosticado. La pequeña vive en la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacán y al parecer fue abusada sexualmente. También me acuerdo de aquella jovencita de Querétaro que fue obligada por las autoridades panistas a no abortar, tuvo su hijo, le ofrecieron todo y después la abandonaron.
Creo que falta mucho por hacer, el cinismo y la hipocresía social en nada ayudará para evitar el aborto en el país. Es un problema multifactorial y público sobre lo que hoy representa la familia, la educación, los valores y los derechos de las mujeres en México.
No es un problema ideológico, mucho menos de creencias o fe, es complejo y preocupante por todo lo que implica, está presente y no se le puede esconder más.
Desconozco cuál será el destino y como podrá enfrentar una niña de 11 años ser madre de un niño.
He conocido historias dramáticas de mujeres que en su momento optaron por el aborto, algunas muy dolorosas, otras sin salida y opción alguna, pero en todas siempre ha estado implícita la desesperación, el miedo y la muerte de ellas.
Ninguna sociedad civilizada o gobierno debería darse el lujo de permitir que las mujeres, de las que tanto habla en sus discursos, tengan que recurrir en los hechos a la práctica clandestina del aborto, tomar cualquier cosa, brebajes o practicárselos en situaciones insalubres.