Me sigue costando demasiado aceptar que el pragmatismo y los asesores del mercado electoral son desde hoy los encargados de generar las mejores frases, imágenes, rumbo, propaganda y discurso a las campañas presidenciales tanto de Andrés Manuel López Obrador como de Enrique Peña Nieto y la de los panistas.
Aclaro para que no me digan que soy un “atrasado” o “naco” en esto de las lides electorales, desde hace años he venido escuchado y sabido esto del mercadeo político, también he leído algunos libros sobre el tema de los asesores de campañas exitosas y Zeus Munive me obsequia de vez en cuando la revista Campaigns & Elections.
He participado en diferentes campañas electorales, desde lo que fue el expartido Comunista Mexicano hasta lo que es hoy el PRD.
Ayer formábamos brigadas, salíamos por las noches, llevábamos nuestros botes de pintura y a pulso dibujábamos la hoz y el martillo, así como nuestras consignas en bardas de la ciudad. Después pegamos carteles en postes y paradas de autobuses, subíamos a los camiones e invitábamos a los pasajeros a votar por la izquierda en conciencia. Creímos que estábamos concientizando a la gente. ¡Vaya ironía!
Me acuerdo de que en el histórico local de la 17 Oriente, el que un día nos quitó don José Doger, tuvimos un offset usado en donde imprimíamos miles y miles de volantes y dípticos para las campañas de nuestros candidatos. Lo hacíamos por compromiso y militancia.
Las nuevas reglas electorales y las exigencias del mercado electoral cambiaron radicalmente, en el PRD nos llevó a recurrir a otras herramientas de la comunicación y la tecnología.
En el 2000 a nuestros candidatos se les entregó un manual de difusión para su propaganda con los diferentes logos y promocionales, además de su jingle, creo para su spots en radio. En el 2006 se implementaron otras estrategias de comunicación, promocionales, spots, publicidad novedosa y las bardas fueron sustituidas por espectaculares, lo mismo que los mensajes por celulares y las llamadas telefónicas por miles de números.
Las encuestas seguían teniendo su peso y presencia, pero jugaron un papel más fuerte y político en el 2006, para entonces las consultoras y del mercadeo era se acento más entre el PAN y PRI, la izquierda se rehusó a tenerlos de asesores de cabecera.
Bueno, fueron fundamentales para la derecha, con Vicente Fox, inauguraron la frase del cambio, las botas y la imagen del clásico mexicano; en el 2006 desplegaron una dura campaña en contra de Andrés Manuel López Obrador, con eso de ser “un peligro para México”.
La utilización del internet y el uso de la tecnología empezaron a jugar en favor y en contra de los candidatos. Los tres principales contendientes tenían sus páginas electrónicas y desde ahí hicieron propaganda.
El comportamiento del electorado actualmente es otro, sus necesidades y exigencias también y las formas para llegarles se modifican diariamente.
El votante se ha convertido en un comprador complejo de frases, principalmente en las grandes ciudades, exige más a los candidatos; en el medio rural o del “voto verde” el producto no les interesa demasiado, la marca es la que conocen, ahí tiene mucha clientela la envoltura tricolor.
Las formas de comunicación y de relacionarse entre los diferentes sectores sociales se han modificado de manera radical. El avance de la tecnología también alcanzó a los partidos, quieran o no, hoy hacen uso de las redes sociales y del internet.
Soy de los que piensan que las campañas electorales deben servir para concientizar y utilizar bien nuestro voto, sigo creyendo que la gente es más conciente, pero me he equivocado.
Los ciudadanos no se están concientizando, aborrecen la política y sólo ejercen su “voto útil” por quien mejor les parece el más conocido o para no volverse a equivocar.
Tal vez por eso hoy hay competencia por las mejores frases o invocaciones de superación, confianza y creencias de que todos podemos cambiar, para convencer al electorado. Los grandes rollos y las grandes concentraciones pasaran a la historia. Lo mejor es salir en televisión y hacerle al profeta con buenas frases de amor y milagros.
Me entero del papel de los grandes consultores, por ejemplo Raymundo Riva Palacio, en su columna “Estrictamente Personal” del lunes pasado, nos plática cómo Enrique Peña Nieto se construyó una imagen tallada en medios electrónicos para un mercado específico, los electores switch.
Los estrategas de Peña Nieto que condujeron esta campaña revelaron que hubo varios ejes en ella, como las imágenes donde aparecía besando niños. Junto con ello se le presentó siempre en las revistas del corazón rodeado de su familia, impecables todos, bonita e integrada, como habían detectado que aspiraba cualquier mexicana y mexicano. Dos profesionales: Pedro Torres, el único productor independiente al que recurre Televisa; y la publicista Ana María Olabuenaga, quien inventó el “Soy Totalmente Palacio”. Las pautas de televisión fueron para Televisa principalmente, el vehículo seleccionado para ir a la caza de los votantes switch.
Ahora eso de la “República Amorosa” de López Obrador tampoco es producto de la casualidad: una agencia de consultores de Monterrey fue quien lo asesoró para que hablará del “amor y paz”, así lo narra en su columna Valentín Varillas: “Son tres, los tres se asumen como orgullosamente regiomontanos. Sus nombres: David Casanova, Arturo López y Roberto Gallardo. Ellos, ni más ni menos, son los directamente responsables del giro radical que, por lo menos mediáticamente, hemos visto en Andrés Manuel López Obrador”.
Son las cabezas visibles de un equipo integrado por expertos en imagen y mercadeo político, así como en estrategias para el efectivo manejo y posicionamiento en redes sociales.
Formaron parte de los principales asesores de la candidata a la presidencia del Perú, Keiko Fujimori, en donde compartieron responsabilidades con Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York y el economista Hernando de Soto. “Despierta México” será el lema central mediante el cual intentarán venderle la “República Amorosa” al electorado potencial.
Finalmente quisiera comentar algunas líneas del artículo de este lunes del politólogo Silva Herzog Márquez, titulado “Por una política sin amor”, ideas que comparto, ante las frases sin sentido.
Maquiavelo lo entendió muy bien en su momento: el amor no puede ser el pegamento fundamental de la relación política. El hombre podrá encontrar en el amor la experiencia vital más dulce e intensa, pero el Estado no se edifica con esa llama.
El florentino advertía que el amor era caprichoso y por ello inconfiable para levantar la casa del Estado. Por ello creía que el príncipe debía ser temido, antes que amado. No el amor, sino el temor, era el verdadero cimiento de la política.
La ley no es la caricia de los gobernantes. Nuestros impuestos no son besos al fisco. El líder político no es nuestro padre cariñoso y protector al que debemos lealtad de hijos fieles. El Estado no es nuestro amante. Por favor: dejemos al amor en su sitio.
La democracia no es la alcoba de los amorosos ni un callejón de odio. En democracia hay lugar para el acuerdo pero también hay sitio para el conflicto. Es un espacio común que permite la expresión de las discrepancias y el descubrimiento de las coincidencias. No es la conquista amorosa de lo público, sino muralla que separa lo íntimo de lo político