¡Por fin!, las precampañas electorales empiezan agarrar sabor y color, los aspirantes a ocupar la silla presidencial no tendrán descanso alguno en diciembre, tal vez sólo lo hagan por unos días, los obligatorios de la Navidad. Saben que tiempo es el que les faltará para convencer a millones de electores en el país.
Sólo Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador no podrán aparecer de manera directa en los miles de spots de radio y televisión; sin embargo realizarán actividades políticas a ras del suelo, reuniones y encuentros con diferentes sectores sociales, ninguno de los dos se tirará a la cama a dormir plácidamente.
Por lo que toca a los tres aspirantes panistas, ya tienen preparados sus mensajes y comerciales partidarios, además de sus páginas en las redes sociales, buscarán posicionarse y hacer crecer la presencia de su marca partidaria.
Lo que se observa es una competencia de tres, por más que diga Peña Nieto que su adversario real será López Obrador o, por el contrario, que el “Peje” sostenga que su principal contrincante es Peña Nieto, esto no se dará. La disputa electoral se concentrará entre las tres principales expresiones partidarias en México.
El quehacer de AMLO es interesante, ha vuelto aparecer en la escena electoral sin ningún raspón interno, sale fortalecido, no presenta ninguna escisión fuerte entre las llamadas izquierdas partidarias y tiene el control total de lo que será su campaña formal.
De la noche a la mañana ha dado un giro importante a su discurso político, ha dejado de polarizar con los grupos empresariales y con los sectores de la llamada clase media ilustrada. Su contenido sigue siendo el mismo, lo único que cambió son las palabras más estilizadas de su lenguaje; el mensaje tiene un objetivo: convencer y quitarle el temor a la gente de votar por la izquierda.
Tal vez hoy si le hace caso a sus asesores, lo mismo que a su equipo más cercano, para no volver a repetir los errores estratégicos de 2006.
Andrés sabe que no habrá otra oportunidad para él, que en 2012 se juega todo, si permiten que regrese el viejo sistema las esperanzas por cambiar de verdad las cosas en México se habrán esfumado lamentablemente.
En el “cuartel de guerra” del hombre que representará a la izquierda legal, saben que la disputa política que se avecina no es ideológica, puesto que los representantes de ambas derechas (PRI y PAN) no tienen ningún problema de ideología, son candidatos vacíos que se corren hacia cualquier lado y que actúan de manera pragmática.
Ante esto la mejor alternativa que se tiene es convertir las ideas del movimiento progresista y democrático en la mejor opción para los ciudadanos. La izquierda y su candidato tendrán que demostrar que son la mejor opción para gobernar el país, ante los fracasos de ayer del PRI y los actuales del PAN.
AMLO deberá transformar a los sectores sociales escépticos, que nada quieren saber de los políticos y los partidos en estos momentos, en votantes activos que el día de las elecciones escojan la alternativa que él representa.
Como nunca antes, estos comicios serán cuerpo a cuerpo, las estructuras partidarias pesan, más no son las fundamentales y tampoco decidirán el triunfo de uno u otro.
Las redes sociales, el internet y otros elementos se sumarán de manera activa al proselitismo de estos candidatos. Actuarán, llamarán, sumarán y buscarán influir en el ánimo de los ciudadanos.
Inmensas son las tareas que enfrentará el aspirante presidencial de los tres partidos del polo progresista (PRD, Movimiento Ciudadano y PT), sin embargo también ha aprendido a delegar funciones en su equipo. Por eso puso al senador Ricardo Monrreal Ávila como su coordinador general de campaña, porque saben que la política es hoy de equipos.
La estructura electoral, partidos, candidaturas, finanzas, propaganda, eventos, logística, promoción, coordinaciones estatales y foros, los deciden en el “cuarto de guerra”. Ideas, proyecto, encuestas, prospectivas y negociaciones de alto nivel serán decisiones de la burbuja de López Obrador.
El PRI quiere regresar a Los Pinos; los del PAN quieren seguir con el continuismo de una derecha que no supo dirigir una nación, y la izquierda hoy se juega su destino.
Finalmente, no puede ser, es inadmisible, es condenable y no hay razón alguna para que las fuerzas de seguridad en el estado de Guerrero, o quienes lo hicieron, hayan privado de la vida a dos jóvenes normalistas de Ayotzinapa. La forma violenta, brutal y absurda con la que actuaron las fuerzas de seguridad debe ser castigada por la ley.