Una alerta lanzaron vecinos de colonias del oriente de la ciudad de Puebla. Fermín Aguirre Luna, alias “El Muñeco” o “Adal”, se hace pasar como inspector en Giros Comerciales del ayuntamiento de Puebla y extorsiona a propietarios de tiendas que venden cervezas en botella cerrada, negocios de internet, comida y estanquillos, ya que les pide cuotas que van de los 250 a los 500 pesos por semana.
Aguirre Luna cuenta con una credencial falsa que lo acredita como inspector, con esta se presenta con comerciantes y los amenaza con cerrarles sus negocios si no le entran con su respectiva “cuota”.
Quienes saben que no es inspector, este les dice que tiene “buenos amigos” en ese departamento y que con sólo una llamada podría clausurar cualquier negocio que se le ocurra, lo que estaría evidenciando algún nexo con algún empleado de este departamento que igual podría estar siendo beneficiado con los chantajes.

Fermín Aguirre y su historia de impunidad.
Fermín Aguirre, quien vive en Bosques de San Sebastián, fue empleado del ayuntamiento de Puebla. Fue uno de los que tuvieron el enfrentamiento con el secretario de Ecología del ayuntamiento en Viveros del Valle. Como consecuencia, fue destituido de su cargo por el presidente Eduardo Rivera Pérez, pero como mantiene una estrecha amistad con el líder sindical Israel Pachecho, éste no lo dejó ir y lo mantienen en la nómina; sin embargo, ese no es el dinero que le interesa, sino el que le dejan “las transas”.

Prueba de impunidad
Para probar la impunidad con la que se maneja Fermín Aguirre, de acuerdo con la queja que llegó a esta columna, nuestro personaje logró obtener un permiso —no se sabe si legal— para abrir un negocio de “giros negros” que de día funciona como botanero y que más tarde se convierte en prostíbulo.
El negocio se llama Las Divas, se ubica en bulevar Monterrey. Hasta las 18:00 horas funciona como botanero, después ingresan mujeres que “fichan” dentro del bar e incluso se prostituyen, lo que se considera actualmente no sólo una falta administrativa, sino que podría ser hasta un delito federal, ya que aún se desconoce si las mujeres que “fichan” y se prostituyen lo hacen amenazadas o bajo su propio riesgo.
Pero además de las faltas administrativas o delitos del fuero común y federal, este negocio —planeado en una zona habitacional— considerada de alta incidencia delictiva, tiene la visita de sujetos que sin escrúpulo alguno se drogan y orinan en la vía pública sin importar que pasen niños o mujeres, además de los escándalos que ocurren durante la noche.
Obviamente, los vecinos están cansados de tantos abusos. Sin embargo y pese a las quejas que han elevado al Centro de Emergencia y Respuesta Inmediata (CERI), no han tenido una respuesta y como consecuencia los afectados decidieron presentar su queja, en espera de que alguien los escuche.

Aguirre Luna, amafiado con la hermandad
El negocio Las Divas estaría en la lista de otros negocios similares —de prostitución, trata de personas y venta de drogas— que se ocultan tras negocios de casas de masajes, moteles de paso, restaurantes bar protegidas por un grupo de mafiosos que se ostentan como representantes de la Delegación estatal Puebla de la Procuraduría General de la República, de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) e incluso del ayuntamiento de Puebla, a través de Normatividad Comercial, pero que sólo son estafadores.
Este grupo de sujetos ha llegado a enlistar a los principales hoteles de la ciudad de Puebla donde la prostitución es una constante, como los que se encuentran en el primer cuadro de la ciudad, o los cercanos a la Capu, o los “antros” de San Andrés Cholula, negocios que extrañamente no han sido “blanco” de operativos.
Llega a tal el poder de la “Hermandad de las Blancas” que han influenciado hasta en los anuncios clasificados de un diario poblano, donde ellos deciden qué negocios son los que pueden anunciarse y cuáles no.
Para una pista, sólo le digo al lector que los negocios que aparecen publicados tienen el permiso para operar con toda la impunidad.
La lista de implicados y de negocios debe de encontrarse en el escritorio del procurador general de Justicia y de otras autoridades que no están metidas en el “negocito”.
Nos vemos cuando nos veamos.