Al cierre de edición este columnista recibió información que revela que el CEN priista contempla con seriedad un cambio en la fórmula senatorial poblana, en caso de que continúe el capricho zavalista de no aceptar la segunda posición.
Todo indica que la versión sobre el enroque en la fórmula, que aseguraba que Javier López Zavala había logrado marginar a Blanca Alcalá al segundo lugar, no es real, debido a que esta decisión fue tomada directamente por Enrique Peña Nieto cuando le notificaron que el rector Agüera permanecería en la UAP.
Otro dato que confirma la falsedad de esa información es que Enrique Peña Nieto —que fue quien determinó el orden de la fórmula— está en Davos y no ha hecho ninguna modificación desde su partida, por lo que no veo quién pudiera echar abajo la definición del candidato presidencial.
De acuerdo con los estatutos del PRI, podría conformarse una nueva fórmula de los mismos aspirantes registrados, por lo que la cúpula de este partido tiene preparada una opción con Blanca Alcalá y Fernando Morales, misma que le será propuesta a Peña Nieto al momento de su retorno.
La ambición zavalista
En diversas columnas —incluida esta— se ha dedicado espacio para descifrar el capricho de Javier López Zavala de aparecer a toda costa en el primer lugar de la fórmula al Senado.
Créanme que no se necesita ser un profundo analista político para darse cuenta de lo que representa la figura del excandidato a la gubernatura.
Si algo le sirvió a Zavala para apuntalar su aspiración de ser el abanderado tricolor en 2010 fue el respaldo de la estructura del gobierno y el padrinazgo del gobernador Marín.
A dos años de distancia, el frustrado candidato no tiene ni estructura, ni padrino.
La postura del aspirante al Senado se puede definir como una negación sistemática de la realidad.
En su ambición personal, hace a un lado los intereses de su propio partido y no acepta que es una figura ligada al grupo político con mayor desprestigio a nivel nacional.
Nadie puede ser tan inocente como para creer que la aparición del nombre de Javier López Zavala en la campaña de 2012 no será ligada a Javier García, Alfredo Arango y Mario Marín.
Y para rematar, todo indica que nuestro personaje sigue pensando que es un “fenómeno electoral”.
Seguramente, en el pecado llevará la penitencia.
Ver para creer.
Una oposición inexistente
Los priistas poblanos tienen una asignatura pendiente, misma que les podría ser de gran utilidad para comprender en donde están metidos y el papel que deberían jugar.
Si existiera la universidad de la política mexicana, una materia obligatoria dentro del plan de estudios sería “Oposición 1”, la cual evidentemente reprobarían todos los priistas.
A un año de haber perdido el poder político en Puebla, los tricolores no encuentran la brújula y demuestran que no tienen ni la más mínima idea de lo que representa ser un partido opositor.
Fieles a sus viejas prácticas, los militantes del PRI obedecen cada indicación proveniente del cerro de Los Fuertes sin poner la más mínima resistencia a la voz de mando. Peor aún, anteriormente obedecían y a cambio recibían la dádiva del señor de Los Fuertes, la cual en ocasiones era sumamente generosa. Hoy, los tricolores obedecen las órdenes y ni las gracias les dan.
Vean ustedes la postura del dirigente estatal, de los diputados locales y federales… de la militancia en general.
No se ponen de tapetes porque hasta para pisarlos el gobernador los desprecia.
Es una pena que dejen pasar la oportunidad histórica de ser una auténtica oposición.
De pena ajena.
Otra fórmula para el PRI

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