En el Centro de Readaptación Social (Cereso) de San Miguel “apesta a Tamaulipas” y un servidor no lo dice por los directivos, que también tienen su arraigo tamaulipeco, sino por el reporte —anónimo— llegado a esta columna desde las mismas entrañas del penal de Puebla.
Y es que personajes misteriosos que mantienen contacto con procesados y sentenciados por delitos contra la salud, delincuencia organizada y otras minucias, dicen que dos organizaciones que se identifican como “Cicatriz” y “La firma” están pagando multas, abogados y trámites a internos que quieran formar parte de la organización. Palabras más palabras menos, estos dos grupos de los que se desconoce su filiación reclutan personal y utilizan lo que ellos llaman “gente de la universidad”, a quienes no tienen que aplicarles mucha capacitación, solo indicarles quien es el nuevo jefe.
Seguramente ese reporte ya llegó a la Dirección de Centros de Reinserción, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP) y ya deben estar tomando cartas en el asunto.
Quienes hicieron el favor de enviar el reporte prometieron más detalles de estos dos grupos que, parece, apenas están desempacando.

No existe seguimiento a delincuentes de peligro
Si usted es de las personas interesadas por la seguridad de su familia y propia, y además consulta información policíaca para conocer los sectores de la ciudad más peligrosos para transitar, lo mismo que sus horas, se dará usted cuenta que hay sujetos que son considerados “carne de cañón” por sus constantes ingresos a prisión.
Son hombres que no tienen otra forma de vivir que delinquiendo, ingresan a la cárcel y al poco tiempo salen para seguir delinquiendo y todo esto ocurre porque en Puebla no hay seguimiento para sujetos considerados de alto riesgo.
Existen hombres e incluso mujeres que su modus vivendi es la delincuencia, que por aquí abandonan la cárcel y se organizan para formar pandillas para perpetrar asaltos, secuestros y otros delitos.
¿Qué pasaría si hubiera una comisión que checara a estos sujetos cuando ya salieron de prisión?, para saber a qué se dedican y por lo menos tratar de evitar que sigan surgiendo grupos criminales.

Fábula de cortesanas y cherifes
Ocurrió en la ciudad de los Querubines, justo cuando se renovaron todas las autoridades; un hombre dedicado a la abogacía, que sus principales riquezas las debía a sus relaciones con altos hombres de la justicia y a sus tratos por “debajo de la mesa”, se sentó a reflexionar sobre las ganancias que dejan los permisos en tabernas y posadas para la venta de licor y de sexo.
Justo en esa época se discutía a fondo el derecho de las mujeres y se criticaba que durante tantos años permitieran que fueran esclavizadas, sodomizadas y en los peores casos asesinadas. Se dijo que en la ciudad de Los Querubines la prostitución, el maltrato y la esclavitud eran una constante.
Este hombre, tras meditar cómo podría enriquecerse reunió a los mandos medios de las guardias reales, desde los que se uniformaban como los que operaban como civiles, desde la Federación, el estado y el municipio.
Les presentó una maqueta de un enorme pastel, les dijo “aquí vamos a juntar las ganancias de tabernas, posadas de paso y de mala muerte, así como centros de masajes y lugares para bailar, después a cada quien le va a tocar una rebanada”; les sugirió reclutar a oscuros conocedores de la farándula nocturna para que fueran sus mensajeros.
Los dueños de todos estos negocios de giros negros que “acataran” las indicaciones, podrían trabajar sin problemas, quienes no lo hicieran iban a sentir “el poder de la justicia” e iban a ser exhibidos desde una corte como una especie de advertencia y para justificar que “lo bueno estaba por venir”.
De esta forma los hombres que se ganan la vida como proxenetas ya no tendrían problemas con la justicia, bastaba decir que las cortesanas “trabajaban por su propia cuenta”, para evitar el delito de trata o de lenocinio y de vez en cuando los dueños de estos lupanares simulaban lanzar a las mujeres de la vida galante a la calle para decir muy orgullosos, “yo no la obligó ni incito a la prostitución, solo le rento el aposento donde trabaja”.
De esa forma el negocio de la prostitución, de la trata de personas cambió de forma, no de fondo.
Los “enemigos del sistema”, o sea quienes se negaran a “pagar sus nuevos impuestos”, eran detenidos y exhibidos, a sus cortesanas primero las detenían, ya en “lo oscurito” las obligaban a que denunciaran a sus patrones por explotarlas y una vez que cumplieran les daban el trato de “víctimas”.
Y así la prostitución creció y creció…
Esta historia continuará el próximo viernes.
Nos vemos cuando nos veamos.