Germán Mateo, el personaje que le comenté en la entrega pasada, quien aseguró se quedaría con el cargo de jefe de peritos, pues todo parece indicar que tiene razón, ya que cuenta con el visto bueno de los titulares de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito del Municipio (SSPTM), pese a que su pasado y presente lo liguen al ilegal negocio de las autopartes, además de ser el propietario de un microbús del transporte público que se abaste de refacciones en el Corralón municipal.
Y para demostrar que será el próximo jefe de peritos, Germán Mateo fue nombrado subdirector de Tránsito del estado, mientras que el titular Pérez Merchant está de vacaciones.
Así, o más “espaldarazos”
Entre berrinches y venganzas…
Usted debe recordar la carta que a través de esta columna enviaron propietarios de negocios de “giros negros” para protestar por los malos tratos, excesos y abusos por parte de Julio César Oliver, ya que los afectados dicen que se autonombra subcoordinador operativo del comercio establecido.
Los afectados despotricaron por lo que llamaron casos de extorsión, ya que —dicen— pese a que existe una nueva administración éstos no solo continuaron, sino que además empeoraron dando a conocer detalles de cómo operan las organizaciones de extorsionadores.
Antes de que le comente parte de esta operación, le voy a decir que quienes enviaron la carta no son otros si no los que gustan de violar los horarios comerciales, los que permiten que ingresen menores de edad y se hacen los desentendidos ante los contratos de sexoservicio e intercambios de drogas que ocurren en el interior.
Nada más le voy a comentar que de negocios como el Diangos —que se ubica en Los Remedios— su constante es el asalto a los clientes, cuando terminaron de consumir, además de la venta de drogas —como la cocaína— y no me pregunte por qué no le han hecho daño a Lalo N., el propietario, con amplios antecedentes penales, porque tendría que comentarle que importantes miembros policíacos llegan a su negocio en calidad de clientes, pero nunca pagan nada, y también se hacen los desentendidos.
Actualmente el Diangos se encuentra clausurado por no respetar el horario de cierre.
Déjeme señalarle que el propietario participó en una estafa que afectó a varios negocios de “giros negros”, y es que este hombre y un personaje del ayuntamiento pidieron fuertes sumas de dinero en los primeros días de diciembre pasado, supuestamente para la “ampliación de horario”, lo que nunca fue cierto, por lo que a partir del 22 de diciembre varios de estos negocios fueron clausurados, y “don Lalo” y otros implicados e implicadas tuvieron que esconderse; aún están temerosos de que el conflicto se recrudezca y como quisieron evitar más problemas crearon la “cortina de humo” del “subcoordinador operativo del comercio establecido”.
Y todavía hay más.
Nombre de los que sí le pegan a la extorsión
Se apellida Pastrana; unos le dicen Luis, otros Álvaro. Nuestro personaje trabajó en las filas de la Procuraduría General de la República (PGR) con diversos encargos, luego —por razones desconocidas hasta el momento— tuvo que abandonar las filas de la federal, pero no se fue del todo.
Pastrana hizo amistad con un abogado de nombre Abraham Rosas, quien para ese momento terminaba de dar “las gracias” a Imelda Calvillo, quien dejó el cargo para asumir otra encomienda más importante en la SIEDO, pero lo dejó a la deriva con todo y su “séquito” de colaboradores.
Así las cosas, estos dos amigos se organizaron aprovechando sus relaciones con autoridades del gobierno del estado y del federal para crear un grupo que obligaba a dueños de bares, cabarets, hoteles y moteles, así como “antros”, a que les entregaran una cuota mensual que iba de los 5 mil a los 10 mil pesos, dinero se repartía entre federales y funcionarios del estado con un solo fin: permitir la prostitución, la corrupción de menores, la trata y otros delitos.
Pastrana se hacía cargo de llevar “la cuota” a los representes de corporaciones federales y Abraham a las del estado.
El “negocio” iba viento en popa hasta que el señor Pastrana se le ocurrió que debía quedarse con más dinero y para eso tuvo que orquestar pleitos inexistentes para que los socios se fueran retirando.
Fue capaz de buscar a sus principales socios, mentirles que habían sido demandados ante una autoridad federal y “orientarlos” a que le dieran una fuerte suma —según él— para “comprar” a las autoridades que los investigaban y todos se lo creyeron…
Las historias que faltan por contar.
Nos vemos cuando nos veamos.
Velan armas en la Secretaría de Seguridad Pública
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