Confieso que el pasado domingo me ganó el morbo político y la tentación de ver a doña Josefina Vázquez Mota. Los politólogos señalan que los símbolos son y cuentan mucho en política.
“Lupillo” y yo a veces echamos cáscara en el parque ecológico, otras veces salgo muy temprano a echar “carrerita” por las calles del Centro Histórico, me gusta caminarlo. Este domingo, como los días anteriores amaneció nublado, muy frío y con una briznita de lluvia que iba y volvía; el día estaba de “güeva” y mejor optamos por ir a desayunar una “memelas” y un atole al mercado de “La Acocota”. Pasadas las diez de la mañana las tranquilas calles de Analco y San Francisco empezaron a llenarse de muchos camiones foráneos, lo mismo sucedía en el bulevar 5 de Mayo. Los campiranos bajaban medio dormidos de los autobuses, la mayoría venía bien “enchaquetada”, algunos se frotaban las manos por el frío; las mujeres con rebozos y suéteres. Era domingo y trajeron a la familia completa.
Entre nosotros dijimos que nada ha cambiado, que no hay ninguna diferencia con los acarreos que practica el PRI. Los panistas hacen lo mismo, son idénticos, solo los distingue sus camisas: unas son rojas y otras azules. La pobre gente en sí no sabía a qué llegaba a Puebla, en pequeños grupos caminan despacio hacia la entrada del Centro de Convenciones. Ahí hicieron alto, se juntan, nadie se quiere perder de sus “pastores”. Nos acercamos a la entrada, esperamos ver la sonrisa fingida de Josefina Vázquez, no lo logramos.
Antes de las doce del día sólo desfilan las camionetas de lujo de los panistas, ediles y funcionarios públicos que ingresaban al estacionamiento. Afuera el viento frío sigue calando, llegan más grupitos azules y se mezclan con los güeritos “mamilas” de la ciudad. Otros, con grandes bolsas negras repletas de gorras del PAN; uno de ellos las empieza a repartir, con la advertencia a gritos: “¡oye, póntela!”; las cachuchas baratas vuelan. Algunas mujeres de algún municipio empiezan a apurar a los campesinos, otras llegan ataviadas con bufandas que llevan la imagen de JVM como si fuera una estampa religiosa.
El baño está saturado de “meones” que por el frío corren hacia los mingitorios. Siguen y siguen llegando personas de la tercera edad y de algunas colonias, la mayoría son pobres, los blanquiazules de la ciudad ni los pelan, vienen de la Mixteca y de la Sierra Norte.
Buscan a su líder para entrar, los apuran porque “la doña” está por llegar. Antes de entrar al salón hay hileras de vallas metálicas, las edecanes solo ven, medio hablan y con sus manitas indican “por aquí los de zona VIP”; por allá, el pueblo.
Pululan los empleados municipales, la mayoría con pantalones de mezclilla, camisas y blusas azules, con la leyenda de: “equipo ganador JVM”, “Josefina presidenta”. En la explanada del auditorio Genaro Ramírez, con unos jovenazos pasan lista y apuntan en hojas blancas nombres y números de credenciales de elector.
No hacen como los del PRI cuando se trata de su jefazo, que se dan el abrazo del “caguamo” o se saludan efusivamente con un: “mi hermano”, “mi líder”. Los panistas son formalitos y “mamoncitos”, primero se ven y se juzgan, después se saludan con un “hola”, “buenos días”, “mucho gusto de verte” y se despiden con un beso en la mejilla.
Esté domingo todos son josefinos, andan fúricos, el aire les volvió a llegar al alma pero no se ve que levante la “madre” JVM, como ayer lo hizo el vaquero de Vicente Fox. Eso sí, las camisas azules abundan por todos lados.
Después llegan y llegan bolsas negras con las tortas panistas, algo les falta, el nombre de su candidata aún no se posiciona.
Los yunquistas se ven contentos, buscan evitar el roce con el la masa popular, la división de clases es visible y está presente.
Adentro una mujer trata de animar el evento, grita y grita, ninguna consigna pega y sus gritos chillones solo hacen eco.
Las familias panistas, las que se juntan en el jardín del Carmen, las que desayunaron tempranito, como dios manda, esperan que se vaya la “prole” para empezar a salir como lo hacen después de asistir a misa.
Militantes panistas, adherentes, derechistas, aguiluchos de la UPAEP, funcionarios que se sienten dichosos por tener el poder y neo panistas, todos se ven rete chistosos.
Las güeritas cursis dejan lucir sus pantalones entallados de mezclilla, corren celular en mano, hablan y hablan con su Nextel.
Es un acto de campaña electoral, llenan el auditorio principal, es buena la operación pero, la neta, no fueron 5 mil almas. La misa terminó y la imagen protectora de Josefina Vázquez Mota los ha bendecido y con su manto matriarcal ofrece protegerlos, por eso se dejó venir con esposo e hijas. Esa imagen quiere vender.
Regresamos al zócalo, compramos el periódico, nos tomamos un café y empezamos a discutir sobre la derecha fallida, la violencia, los “narcos” y el PRI. Mientras, en la plancha de nuestro zócalo muchas mujeres bailan Zumba —eso no puede ser—, es para pasearlo y disfrutarlo, pero a la encargada del deporte municipal se le ocurrió ese evento para mostrar su “gran impulso” al deporte en la ciudad.