Por increíble que parezca, todos los partidos políticos terminaron metidos en serios aprietos por haber desafiado los alcances de la Ley Electoral respecto a las consecuencias que podría traerles el hecho de violar sus estatutos respecto a la famosa equidad de género.
Aunque en lo personal me parece que las posiciones políticas debieran ganarse por otras razones, no por una cuota de carácter meramente sexista, resulta injustificable que los partidos políticos no hayan contemplado los lineamientos creados por ellos mismos.
Hay que destacar que fueron prácticamente todos los partidos que de última hora tuvieron que ajustar sus listas de candidatos para cumplir con la norma de género.
Fue tan grave este contratiempo preelectoral, que hasta esta madrugada los priistas buscaban entre las piedras a la candidata que acompañará a Blanca Alcalá en la fórmula senatorial.
Y aunque no faltará quien me tache de misógino, debo decir que lo sucedido ayer con la candidatura de Puebla nos demuestra que no siempre existen los cuadros femeninos para ocupar determinados espacios.
Si hacemos un breve análisis, nos daremos cuenta que salvo la justificada aspiración de Blanca Alcalá, durante el proceso de selección de candidatos nunca sonó otro nombre que el de la expresidenta municipal.
Aclarando que respeto la trayectoria política de estas mujeres, debemos reconocer que si antes de la tarde de ayer, alguien hubiera mencionado los nombres de Claudia Hernández, Lucero Saldaña, “Carmenchu” Izaguirre, Silvia Tanús o el de Isabel Merlo para competir por una senaduría, seguramente se hubiera tomado a cachondeo. Sin embargo, un asunto de “equidad” las subió a un barco para el que no tenían el capital suficiente para obtener un boleto.
Hoy que vemos por doquier candidatas a diversos cargos de elección popular, vale la pena decir que la mayoría ganó sus posiciones por méritos propios.
Sin problemas puedo citar a Josefina Vázquez Mota, Beatriz Paredes, Blanca Alcalá, Augusta Díaz y muchas más. Sean cuales sean sus resultados, se ganaron a pulso la oportunidad de convencer o no al electorado. Pero de ahí a que te caiga del cielo una candidatura porque tenía que ser mujer, existe una gran diferencia.
Hasta la medianoche de ayer no se conocía el nombre de la afortunada ganadora de este cabildeo exprés, pero cualquiera que sea la candidata será por una condición meramente circunstancial.
Lamentablemente, las malentendidas luchas feministas nos llevan a tener candidatas por accidente.

Serán azules las juanitas
En búsqueda de la equidad de género, los partidos políticos han caído en utilizar la fórmula más denigrante para una mujer que en política se conozca: la de las “juanitas”.
El día de ayer trascendió que los panistas se vieron en la necesidad de mover sus listas plurinominales, y hasta recurrieron a las llamadas “juanitas” para completar sus candidaturas.
Tristemente, el PAN también pondrá a mujeres como candidatas, condicionadas a solicitar licencia para ceder su espacio a los hombres que fueron registrados como suplentes.
Ya lo hizo el PRI, el Verde, el PRD y ahora lo hará el PAN.
Sin duda ese es un asunto que deberán revisar pronto los legisladores, porque no pueden jugar así con la dignidad de las mujeres.
Y es que así como subrayo que las candidaturas no deben estar sujetas a circunstancias sexistas, sino de capacidad personal, estoy convencido que en el caso de las “juanitas” nadie puede permitir estas denigrantes acciones.
Que no jodan.