Tras los adversos resultados obtenidos por el morenovallismo en la elección federal de este año, el gobernador debe replantear de manera obligada su ambicioso proyecto presidencial.
Si partimos de la base de que Rafael Moreno Valle es un militante activo del PAN, y que en estos momentos es visto con recelo por la elite nacional blanquiazul, se antoja por demás complicado que ese partido lo contemple como una carta fuerte para la elección presidencial de 2018. Una primera muestra del sentir de los panistas hacia la figura del mandamás poblano es el hecho de no haber sido invitado al cónclave poselectoral con Felipe Calderón en Los Pinos, en donde los panistas se lamieron las heridas.
Fue evidente el desaire, sobre todo por la condición de panista militante del jefe del Ejecutivo poblano, quien además ya fue senador electo por ese mismo partido. Así las cosas, las aspiraciones del Señor de Los Cerros de cambiar su hábitat a Los Pinos están supeditadas a la reestructuración que de manera natural sufrirá el Partido Acción Nacional, el cual cambiará de dirigente nacional este mismo año. De ese reacomodo dependerá que Moreno Valle tenga vida después de la muerte.
Sin embargo, las capacidades camaleónicas de nuestro personaje nos pueden hacer vislumbrar una emigración partidista, misma que en otros tiempos sería totalmente previsible, aunque las condiciones de las otras fuerzas políticas, prácticamente le han cerrado cualquier posibilidad de entrada al proyecto morenovallista.
Veamos.
Si consideramos que la coalición que llevó al triunfo al actual gobernador llamada Compromiso por Puebla estuvo compuesta por PAN, PRD, Convergencia y Nueva Alianza, y dejamos a un lado al PAN por las razones anteriormente expuestas, tenemos que tanto PRD como Convergencia —ahora Movimiento Ciudadano— tienen perfilados cuando menos a tres candidatos firmes para el 2018. Desde ahora se sabe que Marcelo Ebrard lleva mano para abanderar a las izquierdas además de Miguel Ángel Mancera, quien seguramente también buscará medir fuerzas con su antecesor en el gobierno capitalino, y por si algo les faltara no duden que Andrés Manuel López Obrador vuelva a las andadas para buscar de nueva cuenta la presidencia, aunque fuera por el PT o Movimiento Ciudadano.
Así las cosas, aunque pueda parecer un absurdo, hay quienes piensan en que el gobernador pudiera regresar a las filas del priismo, partido del que en los hechos jamás se ha desligado. En este lejano escenario, es obvio que Enrique Peña tiene desde ahora a sus propios delfines, los cuales irá perfilando conforme avance su sexenio.
Sobra decir que en este grupo, Moreno Valle simplemente no existe.
Todo indica que el único camino posible para aparecer en las boletas presidenciales del 2018 es el de Nueva Alianza, en donde la maestra Elba Esther sería la más feliz de ver a su pupilo defendiendo los colores de su partido. El único problema es que la historia no sería muy distinta a la que dejó a Quadri en el último lugar de la contienda.
Por lo pronto, el gobernador deberá demostrar sus verdaderos tamaños para recomponer los escenarios adversos que hoy complican su proyecto político personal.
Veremos de qué está hecho.