El éxito del gobierno del Distrito Federal no es cualquier cosa, para empezar cabe señalar que la ciudad de México es el centro político más importante del país, es una de las metrópolis más grandes del mundo y de América Latina, en consecuencia por su dimensión territorial y poblacional suma a varias entidades juntas. Gobernarla no es cosa fácil, sin embargo la izquierda partidaria lo sigue haciendo bien.
Son muchas cosas las que se han hecho en el DF, para cambiar no sólo su imagen, sino para transformarla y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, sería equivocado decir que una sola administración lo ha logrado todo, el propio jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, es hechura de Andrés Manuel López Obrador.
Las innovadoras políticas públicas puestas en marcha para el mejor funcionamiento del gobierno, la defensa de las libertades públicas y los derechos políticos para todos los grupos sociales, el apoyo para los más desprotegidos, el desarrollo de su infraestructura, mejor transporte colectivo para los millones de habitantes que no tienen otra opción que la transportación pública. Son parte de lo que se sigue haciendo en una administración de corte progresista. Obvio sin dejar de mencionar los grandes problemas que hoy enfrentan todas las grandes ciudades como: seguridad, educación, vivienda, agua, contaminación y crecimiento urbano.
De verdad que es un logro dirigir una ciudad llena de contrastes y moderna al mismo tiempo, con desigualdades sociales aún, caótica, dura, medio violenta, diversa, plural, heterogénea socialmente, con grandes migraciones internas, multicultural y centro económico del país.
Pues con todo eso y aunque parezca muy adelantado, es el capital político de Marcelo Ebrard, para comenzar su aventura rumbo al 2018. Son seis años los que tiene para promocionarse fuera de los reflectores institucionales, también para posicionarse políticamente, crecer y estar en la agenda mediática nacional.
Contener al PRI, evitar que se quede por más de un sexenio y enfrentarlo electoralmente en las entidades en donde habrá elecciones, no será cosa fácil para el aún jefe de Gobierno del Distrito Federal. Más en su partido (PRD) en donde las cosas no le pintan nada bien, pues la regla de las corrientes sigue vigente y como no tiene una, su fuerza interna es muy reducida.
Sí, lo sabían, como muchos lo han venido repitiendo al interior del PRD, que Andrés Manuel López Obrador, preparaba su salida de dicho partido, pero pocos imaginaron que sucediera de manera tan rápida y abruptamente. El rompimiento del excandidato de las izquierdas no fue pensado para fracturar o lograr las grandes escisiones al interior del Sol Azteca, al contrario la creación del nuevo partido servirá para mantener el capital electoral que votó por él, además de crecer en un mediano plazo con otros grupos de jóvenes y mujeres que no están de acuerdo con los partidos existentes. Una situación que puede provocar que los simpatizantes del PRD se desplacen hacia la opción representada por el propio López Obrador.
El propio Marcelo Ebrard lo ha venido repitiendo, la izquierda no puede tener dos candidatos para el 2018, tampoco para el gobierno de la capital del país, sería un suicidio político para sus propias aspiraciones. Sin embargo en los tres partidos que conformaron el Movimiento Progresista (PRD, PT, MC), no piensan así, sobretodo entre los perredistas, además se dice que Jesús Ortega Martínez buscará también la nominación.
No imagino qué podrá hacer Ebrard sabiendo que el PRD está secuestrado por sus corrientes y mantienen el control de ese partido, que además los “Chuchos”, “Bejaranos” y otras tribus se reparten puestos y candidaturas. A eso se han dedicado en los procesos electorales y sostienen que para Cárdenas y López Obrador las candidaturas presidenciales, para ellos el partido, gobiernos, senadurías, diputaciones, delegaciones y asambleístas.
Por supuesto que los logros en la ciudad de México son magníficos, válidos para cualquier administración estatal del color que sea, la izquierda fue capaz de demostrar que sus ideas se pueden hacer realidad en beneficio de la gente, pero con un partido de corrientes, estos logros se ven frustrados y no alcanzan los efectos políticos nacionales.
Es comprensible que Marcelo Ebrard siga en el PRD, que busque transformarlo y reformarlo, pero eso le llevara demasiado tiempo y no le alcanzará para trabajar su presunta candidatura. Su Fundación Equidad y Progreso no le dan para mucho, aunque falten seis años, tiene que empezar sus carrera contra el tiempo, posicionarse con todos los sectores sociales, inaugurar un nuevo discurso de la izquierda que quiere ser, atraer masas, caminar el país y crecer como líder.
Su bronca seguirá siendo el manejo de los grupos de presión al interior del perredismo, todos los costos que tendrá que pagar para pasar la aduana “chuchista” y cómo evitar que la izquierda tenga dos candidatos para el 2018.