A ciencia cierta a ningún gobierno municipal de la ciudad de Puebla, le ha interesado saber el número de pandillas o bandas de jóvenes que existen en nuestras colonias, poco les importa que haya o se reproduzcan, no les interesa saber las causas y el comportamiento social de estos grupos juveniles, tampoco sus institutos juveniles tienen alternativas viables y reales para enfrentar estos problemas sociales entre los jóvenes de la ciudad.
Apenas esté domingo en el suplemento Enfoque, número 963 del periódico Reforma, la reportera Jéssica Zermeño, pública dos textos, uno: “Pandillas: ¿cantera del narco?” y “Los Jóvenes como Blindaje”. Comenta que los menores son vistos por los cárteles del narcotráfico como mano de obra barata para sus células delictivas y fácilmente remplazables. “En 2011, la Red por los Derechos de la Infancia calculaba que había por lo menos 30 mil menores que cooperaban con la delincuencia organizada. Son utilizados como halcones y a partir de los 12 años cuidan casas de seguridad, y a los 16 ya son sicarios, pues trabajan en secuestros y asesinatos.
”De acuerdo con datos de la Procuraduría General de la República, entre diciembre del 2006 y junio del 2012 fueron detenidos 5 mil 585 menores de edad por delitos relacionado con el narcotráfico y la delincuencia organizada. La PGR en un informe para la OEA reconoció la presencia de 215 pandillas relacionadas con la delincuencia organizada, 34 en el centro del país y 16 en el sur.”
Héctor Castillo Berthier, fundador de la Unidad de Estudios sobre la Juventud de la UNAM, comenta que para evitar que los jóvenes fueran cooptados por los cárteles de la droga, se necesitaba que hubiera atención, tenían que abrir las puertas a nuevas formas de participación juvenil para salvarlos. No lo entendieron, eso que no entendieron, dice el investigador, se resume en cuatro factores, todos presentes, revueltos: la escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso social; el empleo se ha reducido y ha crecido la informalidad; la cultura y las artes ya no les importan a los jóvenes, por lo que crean símbolos identitarios nuevos; y la familia nuclear no significa nada en sus entornos. “El papá, la mamá y los hijitos juntos ya no existen más…
”Mientras las autoridades no entiendan estos cambios y lo incluyan en su política de seguridad, no habrá solución. No la veo.
”El acoso a jóvenes pandilleros por parte del crimen organizado es una amenaza a la seguridad de varios municipios que no se caracterizaban por tener esta problemática.”
Durango, Xalapa, Puebla, Morelia, Cajeme (Sonora), León, Torreón, Saltillo, San Luis Potosí, Guadalajara, Ciudad Juárez, DF y Monterrey son la ciudades que en conjunto suman 1920 bandas de pandilleros.
 “Las pandillas representan un fenómeno asimétrico, en el que el estado difícilmente podrá ganar sin conocerlos. El fenómeno terminará cuando ya no haya jóvenes que quieran entrar a ellas. ¿Cómo logras eso? Sólo entendiendo cómo funcionan las pandillas, cuáles son las necesidades de los jóvenes y, a partir de ahí, desplegando políticas de intervención. El modelo de este país ya no puede seguir siendo sólo para adultos.” (Manuel Balcázar, especialista en seguridad nacional)

Pero como siempre esperamos hasta que suceda algo trágico o la violencia empiece a crecer aún más en varias zonas de la ciudad, para que pidamos a nuestras autoridades que actúen, pues tenemos que conformarnos para ver hasta cuando hacen algo por prevenir el crecimiento de la delincuencia.
No es posible entender que no exista un mapa de la existencia de pandillas en las colonias, tampoco que conozcan sus nombres y zonas que controlan, menos aún su crecimiento y formas de organización.
Hace tiempo en una nota del Sol de Puebla, Sergio Vergara Berdejo, afirmaba que habíamos crecido en un 400 por ciento del número de asentamientos en la ciudad de Puebla, de 1998 a 2008. Hace 10 años había sólo 400 colonias, en julio del 2008 superaban las 2 mil; lo que hace que el 70 por ciento de la mancha municipal se encuentre habitada en este momento.
Hoy tal vez las autoridades municipales tengan los datos más precisos, pero deben haber más de 3 mil colonias dispersas en toda esta ciudad. Además hay que tomar en cuenta las nuevas migraciones internas y externas que han venido a poblar nuevas zonas marginadas de esta capital. Hay poblaciones de oaxaqueños, veracruzanos, tabasqueños, chiapanecos y del propio Distrito Federal que están llegando a trabajar a Puebla y se asientan en la zonas semi urbanas de Cholula, San Andrés, Coronango y Juan C. Bonilla.
Los grupos de pandilleros de ayer, como los “Pitufos”, los “del Alto”, de la Ciénega, Amalucan, los de la Popular, Castillotla y Xanenetla, entre otros tantos, ahora son viejos o simplemente un mito en aquellas calles oscuras de sus barrios y colonias.
Actualmente existen nuevas formaciones de pandillas juveniles por doquier, con hábitos diferentes, con identidades diversas y con formas violentas y de consumo nuevas. No necesariamente son ahora conformadas por jóvenes de clases bajas y marginales, también las hay con chavos de clases medias y altas. Además sus códigos de comunicación han cambiado, la vestimenta es otra y su ocio por el reguetón y otras expresiones musicales son parte fundamental de su clan.
Según el último censo del INEGI (2010) somos un millón 539 mil 819 habitantes en la capital poblana, tenemos 17 juntas auxiliares y hay más de 3 mil colonias, en donde la mayoría son jóvenes.
Las pandillas también están conformadas por chavitas, se reúnen en sus colonias por lo regular en las tardes-noches, “cotorrean”, “pistean”, escuchan música, “echan cotorreo, otras atracan a los transeúntes, delimitan su territorio, “madrean a otros morros”, cuidan a sus chavas, van por ellas a las secundarias y preparatorias e inhalan la “mona” con algún solvente.
Las policías los conocen, los “apañan”, les roban sus celulares y en muchas ocasiones presuntamente los obligan a delinquir para ellos. No previenen el delito, violentan sus derechos humanos y los vuelven más agresivos.
No lo sé, tal vez las autoridades estén esperando hasta que seamos nota nacional, por aquello de la presencia de un alto número de pandillas y bandas juveniles que se relacionan con el narcotráfico.
Duele decirlo, pero los jóvenes en Puebla aún no encuentran alternativas y propuestas viables para aislarlos de la violencia. Nadie los quiere escuchar y entender. El aviso ahí está sobre las pandillas en México y el reclutamiento de jóvenes por bandas criminales. Es muy triste que los chavos puedan tener ese destino.