Haré un breve intento para entender al nuevo partido (Morena), sobre todo porque vale la pena saber el papel político que jugará en un mediano y largo plazo, en esto que los politólogos llaman sistema de partidos en México. De igual forma para ver en dónde se ubicarán dentro del espectro ideológico y además quée clientela electoral cubrirán o trabajarán en los procesos electorales.
Primero habrá que decir que es un proceso político interesante que se debe a la insistencia, constancia y empecinamiento del propio líder moral de ese movimiento, Andrés Manuel López Obrador, un actor social o como se le quiera llamar, que ha encabezado dos protestas post electorales (2006- 2012), tal vez las más importantes en estos años en la lucha por la democracia en México.
A diferencia del PRD, que tuvo y se construyó de raíces históricas de lo que fueron los partidos de la izquierda mexicana, el Movimiento de Regeneración Nacional, se convertirá en un nuevo partido político nacional, con referentes políticos totalmente diferentes y con una diversidad de ideas que va, desde los nacionalistas o expriistas, pasando por los clase medieros, hasta terminar con grupos de pensamiento radical.
La única coincidencia que pudieran tener en estos momentos tanto el PRD como Morena, es que ambos se construyen por luchas en contra del llamado “fraude electoral” en el 88 y 2006, después por lo sucedido en el 2012. Actualmente no hay nada que los haga coincidir, por eso cada uno toma su propio camino y destino.
¿De dónde vienen y a dónde van? Pareciera ser la pregunta de los “morenas”, no hay que ir muy lejos, su matriz tiene que ver con la historia y los hechos sucedido en el 2006, el momento más importante para las izquierda en el país, a punto estuvieron de triunfar. Después vino una grave crisis institucional, fuertes confrontaciones de la izquierda con la derecha y una polarización de fuerzas. Así y en medio de dos posturas al interior del PRD, López Obrador llamó a construir el movimiento de resistencia civil pacífica, bajo los conceptos de la desobediencia y la no violencia, tomaron la avenida de Reforma en la ciudad de México, desconocieron al presidente electo Felipe Calderón Hinojosa e instauraron la presidencia legítima.
Se pudo estar o no de acuerdo con esas acciones de resistencia, pero evitaron una confrontación directa con el Estado y que muchos grupos sociales cayeran en la desesperación. Tanto el PRI como el PAN, nunca reconocerán nada, tampoco aceptarán que López Obrador les pavimentó el camino para que siguieran transitando por la vía de las instituciones y la no violencia.
Resistieron con su movimiento, se convirtieron en una oposición organizada, no domesticada, se opusieron con el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo a las posibles reformas al sector energético y pasaron a conformar la Convención Nacional Democrática, otra vía organizativa, para evitar la dispersión y el debilitamiento de su movimiento social.
Acciones que no gustaron para nada a la partidocracia del perredismo nacional, sólo el PT lo siguió apoyando, el distanciamiento de AMLO no es nuevo, se soportaron ambos por razones estratégicas hasta arribar a los preámbulos del 2012.
Llego el Movimiento Progresista, nuevamente López Obrador construyó su candidatura presidencial, el PRD no la avaló de inmediato, PT y Convergencia la sustentaron, las izquierdas no podían ir desunidas, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, entró a competirle impulsado por la corriente de los “Chuchos”, evitaron una consulta interna y por medio de dos encuestas definieron al candidato presidencial.
Por fin Morena cerraba dicha etapa, su campaña mediática fue un éxito, la estrategia les funcionó y pronto se posicionaron entre el electorado.
Dieron paso a Dia (Diálogo para la reconstrucción de México) coordinado por Manuel Camacho Solís, un órgano que sirvió para procesar las candidaturas, negociar acuerdos y evitar que alguno de los tres partidos impusiera sus condiciones, para entonces Morena participó como parte de esta coordinación.
López Obrador dejó en manos de esta estructura no partidaria su campaña, Ricardo Monreal fue su coordinador general, no confió en los llamados “Chuchos” y los tres partidos (PRD, PT, MC) se sumaron a sus actividades proselitistas. Error o acierto, pero nadie lo sabe aún, tampoco tienen una evaluación política de la segunda derrota del “Peje”.
Ésta vez no fue tan dolorosa y humillante para sus huestes, López Obrador llevó a cabo una campaña totalmente diferente, más conciliadora y otros sectores sociales se sumaron con él. Miles de votos de los pobres fueron para Josefina Vázquez Mota (PAN); los jóvenes, las mujeres y la clase media optó por el tabasqueño. La respuesta ahora no fue tan radical como en el 2006, la pensaron más, impugnaron la elección presidencial y esperaron la decisión legal.
El camino histórico había venido trazándose desde tiempo atrás, mantuvo viva la protesta, no dejó que perdieran fuerzas y convocó a una asamblea nacional en el zócalo capitalino, anunció su separación del PRD, les dejo todos los espacios parlamentarios que les atrajo con sus votos y anunció el proceso organizativo para darle formalidad al nuevo partido.
Como soldaditos han avanzado rápido, en cinco meses los resultados y las cosechas que sembraron con anticipación les han dado frutos, tienen la formalidad y estructura en la mayoría de los estados de la República, a finales de este mes de noviembre llevarán a cabo su congreso nacional para formalizar su decisión de convertirse en partido político y pasaran a solicitar su registro nacional.
Lo anterior es una primera parte de esta recomposición de fuerzas de las llamadas izquierdas partidarias en el país, aún falta más.
Las elites y burocracias del PRD lo sabían de antemano, López Obrador había abandonado sus filas hace mucho tiempo, desconfiaba de ellos y no estaba de acuerdo con su línea política y las alianzas con el PAN y PRI. En la izquierda mexicana las escisiones, purgas, divisiones, sectarismos y fracturas son parte natural de su existencia.
También hay que decir que si Morena logra su registro partidario ante el IFE después de enero, aparte de llegar a sumarse al PRI, PAN, PRD, PVEM, PT MC y Panal; sin duda alguna vendrá a modificar la correlación de fuerzas en México y el nuevo régimen priista no tendrá con ellos un aliado fácil.
Lo cierto es que el Movimiento de Regeneración Nacional, tampoco es y será de izquierda, menos aún socialdemócrata, me atrevo a comentar que será un partido popular, nacionalista y de masas. López Obrador, nunca fue un hombre formado y pensante en las ideas de la izquierda.
Muchos serán sus retos de (Morena) en tiempos de mucha desconfianza para los institutos partidarios, en momentos difíciles para los mexicanos que nada quieren saber de políticos y en medio de un clima de incertidumbre por saber como un nuevo gobierno podrá resolver todos los grandes problemas nacionales.
Ahora que Andrés Manuel llega casi a los 60 años, sus seguidores tendrán que saber que en la política no hay puros e impuros, que los partidos se crean para luchar por el poder político y que las reglas electorales las conocen bien, nadie de los demás partidos los tratará como “princesas”, tendrán que buscar y salvaguardar sus votos, tampoco hay regreso, no pueden después hacerse los sorprendidos de que nada sabían de estos asuntos de la lucha despiadada por el poder y las elecciones.
Bienvenidos pues a la realidad política de México, ojala que las palabras del caudillo ahora que acaba de presentar su nuevo libro, puedan ayudar al país: la campaña de concientización que ha generado el Movimiento de Renovación Nacional (Morena) “no es en vano, pues ha abonado a la transformación del país y en el peor de los casos, limpiará el camino para que las nuevas generaciones no padezcan tanto”.
El nuevo partido de Morena
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