Vaya que si se necesitan testihuevos, para no hacer el menor caso a órdenes que se dan en el callejón de la Plaza México, estas órdenes que circulan con un sistema de señas y comandos que se transmiten desde el burladero de la empresa van directamente a: toriles, apoderados y de estos a los matantes; al Inspector de Autoridad, al mismo juez y a sus esbirros veterinarios, de los que, alguno de ellos ya ha sido golpeado más de una vez por quien detenta la hegemonía de la empresa.
La historia que nos ocupa es esta: una vez concluyendo la corrida del domingo pasado, antes de solicitar permiso el tercer espada Juan Pablo Sánchez para iniciar la faena de muerte de su segundo toro, sexto de la tarde y antes de sonar los clarines tocando "a muerte", el torero galo Sebastián Castella, previo permiso de la autoridad; Juez, vía Inspector de autoridad, anuncia su regalo, índice derecho en alto. Bien, Juan Pablo inicia su faena y al no haber nada favorable; según el reglamento en vigor, de cuyo cumplimiento nadie se hace cargo y ahora hasta la Delegación se deslinda de toda responsabilidad.
En ese momento, el de inicio de faena de muleta del sexto, ya no es válido anunciar ningún regalo, sin embargo la autoridad sede a las presiones, (de la empresa) y autoriza un octavo de regalo.
Los 2 toros 2 que fueron regalados; su comportamiento, su ganadería de origen, los trofeos, todo pasa a segundo plano, lo ocurrido frente al toro queda intranscendente, cuando el empresario en el callejón, incluso quitándose el saco, — testigos presenciales de ello lo afirman—, inicia round de golpes contra el ex-matador Fernando Lozano, actual apoderado del joven torero de Aguas.
Los TV cronistas dicen que todo se debió al carácter muy temperamental del Dr. Herrerías. ¡Aja! Y ¿Dónde dejan al también temperamental y muy violento hermano incómodo de los Lozano? — sabemos, por experiencias pasadas—, que todo lo quiere resolver a golpes y mentadas.
Lo verdaderamente extraño es que el empresario, primero haya ordenado la autorización —antirreglamentaria— del octavo de regalo. Herrerías, seguramente sabiendo lo que había adentro de los toriles, los de reserva y que cabía la posibilidad de que Juan Pablo se topará con un galimatías de toro que no pudiera resolver, exponiéndolo al fracaso. No olvidar que el de Aguas es torero favorito y cuenta con todo el apoyo de la empresa de Alberto Bailleres, además, Castella ya había triunfado, dejando muy alto el listón para un nuevo triunfo de su muy joven alternante.
Ante la faena riñonuda, de muchos cojones y superior aguante de Juan Pablo, sólo quedaba una posibilidad: ¡Que Juan Pablo Sánchez pinchase! ¿Fue eso lo que ordenó Herrerías? Un desacato a tal tipo de orden, puede cerrar las puertas de la Gran Plaza al chaval. Y si a usted, amigo lector, le parece que tal tipo de ordenes no pueden existir, pues le diré que así se manejaba la fiesta en tiempos de los "mandones" y en aquellos tiempos, Herrerías no era más que un "Body guard" de uno de aquellos que a ese estilo mandaban.
La otra posibilidad no menos remota, es que en un verdadero arrebato, el temible Lozano el conflictivo de la casa-familia de apoderamiento de tal nombre, quien ya antes fue el causante del rompimiento con el genial matador José Antonio Morante de La Puebla, torero, dijimos, genial y de genio. Pues ahora este Lozano tuvo algún atrevimiento de retar o de alguna manera treparse a los bigotes del Dr. Herrerías con el resultado que comentamos.
Total que como dijo aquel: "Lo que sea, ya sió". La frase encierra un enorme significado premonitorio, expresando: ¡Lo que haya de ser ha sido ya!
Pero antes de esta escabrosa situación en la que el torero resulta el que menos tiene que ver, pero es el más afectado, pues fácilmente puede quedar sin volver al coso de Insurgentes, si no se resuelve el problema. Pero queda como muestra y ejemplo de pundonor, además de su valor demostrado en el albero y nos deja testimonio del enorme bagage y carga de torerísmo que trae dentro.
A manera de declaración testimonial, expresó: "El toreó te llena de ilusiones, tantas que a veces siento que me va faltar vida para disfrutar cada una de ellas". J. P. S.