Sólo faltan 12 días para que termine el actual sexenio, de hecho ya no se habla del actual mandatario, su presencia mediática tampoco es la misma, su imagen poco a poco se desdibuja en el imaginario social, sus mensajes han dejado de tener eco e importancia en los círculos políticos, sus acciones se han devaluado y casi nadie le hace caso.

Junto a lo anterior, Felipe Calderón Hinojosa, ha abandonado la residencia oficial de Los Pinos, su gabinete sólo actúa en situaciones de emergencia y se dedican a administrar como siempre lo hicieron y sólo esperan entregar las oficinas a sus nuevos dueños.

¿Qué han dejado estas dos últimas administraciones? Muy poco y después de la primera alternancia en México, estos seis años más los echaron a perder y sus resultados no fueron los mejores para los mexicanos.

Gobernar al país, después de las aventuras e inventos costosos del expresidente Vicente Fox Quesada, requería de cirugía mayor, necesitábamos que las cosas cambiaran de fondo y forma, no fue así. No supieron aprovechar la crisis política que enfrento Calderón Hinojosa en el 2006, después de la polarización de fuerzas y del fuerte cuestionamiento a las propias instituciones públicas.


Los panistas y su gobierno tenían la obligación de reconstruir la nación bajo otras condiciones políticas, sociales y económicas. Se negaron hacerlo y sólo se dedicaron administrar el sexenio e improvisar medidas para tratar de demostrar ante la opinión pública que había un régimen con legitimidad.

Ganaron electoralmente, pasaron a gobernar, pudieron haber hecho más, pero no quisieron, porque nunca tuvieron el poder político y económico. Demostraron ser una elite en el poder iletrada e inculta, que hicieron e implementaron lo que pudieron.

Lo primero que se les ocurrió, fue enfrentar a la delincuencia organizada sin medir su respuesta violenta y sus efectos colaterales. Pensaron que la sociedad les aplaudiría, sin embargo la estrategia para combatirlos no fue la mejor, porque la mayoría de las estructuras policiacas y de seguridad pública en el país estaban infiltradas y eran altamente corruptas.

Los hechos ahí están, muchas de sus acciones fracasaron, la reacción de los cárteles fueron violentas, el problema creció y se multiplicó, el actual mandatario tuvo que hacer uso de del ejército y la marina, porque la situación se salió de control gubernamental.

Más de 50 mil muertos en esta batalla, violación a los derechos humanos, abusos por parte de las fuerzas del orden, daño a terceros, demasiados recursos gastados, poca labor de inteligencia y la PFP (Policía Federal) enfrentada con la PGR y con la Marina. Por otro lado, las bandas delincuenciales resistieron su persecución, se multiplicaron, reaccionaron con fuerza, cambiaron de giros y siguen presentes en varias regiones del país, su respuesta también fueron las “narcomantas” en donde despiden a Calderón Hinojosa.

Debo decir el Estado tiene la obligación de proteger la seguridad de sus ciudadanos y que ningún grupo criminal puede estar por encima de la ley. Pero las decisiones mal planeadas, con graves fisuras internas en los órganos de seguridad y judiciales no lograron meter en orden a los poderosos delincuentes.

Por otra parte, los neoliberales del calderonismo pensaron que el único objetivo era mantener estable y controlada la política económica del país, para evitar que se repitieran los ciclos de crisis de otras décadas, no hicieron crecer la economía nacional y el desarrollo fue lento. Sus fórmulas aplicadas fueron las más brutales de esta etapa neoliberal. Sólo les interesó abrir más nuestros mercados para entrar de lleno a la globalidad, mantuvieron controlada la inflación, pero el Producto Interno Bruto no pudo crecer más.

Entre los sectores mayoritarios de la sociedad, su situación fue mala, su progreso familiar se detuvo, su poder adquisitivo disminuyó y miles de jóvenes emigraron o entraron al mercado informal, porque los empleos prometidos nunca llegaron.

Preguntémosle a la mayoría de las familias mexicanas: ¿cómo les fue en este sexenio? su respuesta obligada será: mal y que todo sigue igual o peor que antes, porque no hay trabajo.

Bueno para los grandes empresarios nacionales, para algunos sectores privilegiados y para la burocracia dorada del régimen que se va, su situación fue buena y lograron el éxito deseado. Mientras la desigualdad y la brecha entre ricos y pobres en México siguió su mismo curso, el reparto de la riqueza nacional sigue siendo injusta.

El modelo neoliberal que siguen aplicando en México no ha podido resolver las grandes desigualdades sociales y sus ejecutores tampoco han logrado que el país despegue.

Nuestra entrada a la modernidad, a la era de la tecnología y a los avances de la información fue tardía, sobretodo porque el apoyo a la educación y el impulso a las universidades públicas fue mínimo. Este gobierno busco privatizar la educación superior y dejó de invertir en las nuevas generaciones de los jóvenes universitarios.

Efectivamente no vivimos situaciones como sucede en Europa actualmente, pero las condiciones sociales de la mayoría de los mexicanos son deplorables y no mejoraron en nada durante la administración de Calderón Hinojosa.

A lo largo y ancho del territorio nacional las desproporciones sociales y económicas son las mismas: el norte avanza, el centro camina y el sur se detiene.

Muchas entidades siguen endeudadas, otras más sólo dependen de un buen presupuesto federal para hacer algo, porque nunca hubo políticas de desarrollo regional y el gobierno federal nunca los peló.

Asimismo cabe subrayar aquí, que el divorcio institucional con los partidos políticos para impulsar las grandes reformas falló. La interlocución con el Poder Legislativo dejó de ser efectiva para poder lograr los cambios estructurales. Únicamente se dedicaron ambos poderes a la grilla y a trabajar por el poder mismo. El país dejó de importarles y pasaron a privilegiar sólo sus intereses.

El régimen que termina fue incapaz de entablar una relación constructiva y de respeto con ambas Cámaras. Aprobaron lo que quisieron.

La casta divina de los panistas, no tuvieron la visión para dirigir a la nación. No lo supieron hacer, tuvieron miedo para desmontar lo que dejo Fox Quesada y las viejas estructuras del PRI. Los panistas demostraron que no saben gobernar, porque no conocen al país. Nunca lo han vivido, nunca han estado con la gente y ganaron porque los ciudadanos se hartaron del PRI, en nada se diferenciaron del viejo régimen.

¿Qué hicieron? Nada, imaginaron que arribar al poder era suficiente, se aliaron con el PRI y se confrontaron con la izquierda, porque no tenían proyecto de nación alguno.

Se pasaron seis años, sin lograr mucho, no nos desarrollamos, no somos un país importante en América Latina, no disminuyó la pobreza, no generamos más inversión, no nos industrializamos y no acortamos la brecha del conocimiento.

El gabinete fue gris, sin resultados, sin conocimiento y nada innovaron, más que sólo cumplir con su obligación legal. Aletargaron a la sociedad y no fueron capaces de modernizar al Estado mexicano.

Nunca tuvimos una buena política exterior, inventamos buenas relaciones con el exterior y en el ámbito internacional no figuramos. Seguimos dependiendo de los EU y la agenda migratoria con ese país no avanzó en nada.

¿Qué hicieron? esa es la pregunta que hay que hacerle a los panistas que pronto dejarán el poder.

Finalizo: su combate en contra de la delincuencia organizada fracasó, la creación de miles de empleos nunca se vio, la pobreza creció, la corrupción no desapareció, las desigualdades sociales se acrecentaron, la calidad de nuestra democracia es regular y la transición quedó estancada. El rollo de que somos un gran país, que tenemos muchas riquezas y que si se puede, es pura demagogia, lo que tenemos que hacer como sociedad es exigir a los partidos, sus políticos y sus gobiernos no más juegos con el destino de todos nosotros, estamos cansados y nada les creemos.