Un escenario que se puede presentar en Puebla para el próximo domingo 7 de julio es que la elección se tenga que dirimir en los tribunales pero no en el local, sino en el federal, donde el PRI ahora tiene la ventaja.
Es tanto lo que está en juego el 7 de julio, que ambos bandos se preparan para ganar por las buenas o por las malas, y para eso ya se toman las medidas pertinentes.
Los antecedentes de los personajes que estarán al frente de la operación electoral de ambos grupos, peñistas-priistas y morenovallistas-aliancistas, hablan por sí mismas.
De un lado el peñismo designó como su mariscal de campo o jefe de la batalla de Puebla al exgobernador de Colima, Fernando Moreno Peña, quien es conocido por haber derrotado al ejército morenovallista en Michoacán.
Moreno operó la campaña de Fausto Vallejo y ahí midió fuerzas con el morenovallismo, que fue uno de los principales patrocinadores de la campaña de la fallida candidata a la gubernatura y hoy senadora “Cocoa” Hinojosa, hermana del entonces presidente de la República, Felipe Calderón.
Oportunamente en este espacio mencionamos cómo desde Puebla se financió una muy buena parte de esa campaña y cómo operadores morenovallistas enfrentaron al peñismo y cayeron derrotados por un escaso margen, pero al fin y al cabo perdieron. La justificación es que el “narco” influyó en la contienda a favor del PRI.
Moreno Peña viene hoy a Puebla con la misma encomienda, pero a diferencia de Michoacán ahora él tiene todos los recursos federales a su favor y es un experto en el arte de la operación política a costa de lo que sea, tal y como se evidenció cuando en 2003 el Trife anuló la elección de su sucesor, Carlos Flores Dueñas, luego de acusar al entonces mandatario de “meter las manos” en el proceso para favorecer a su candidato.
Es el exgobernador de Colima un verdadero “mapache”, en toda la extensión de la palabra y no se anda con medias tintas para hacer ganar a su partido.
Pero del otro lado no venden piñas. El encargado de enfrentar a Moreno Peña es Eukid Castañón Herrera, el mejor general del ejército morenovallista, héroe de mil batallas y operador de las victorias del 4 de julio de 2010 y del “milagro” en Puebla capital del pasado proceso electoral federal, donde el PAN perdía las cuadro diputaciones y a las 3:00 horas del día 5 recuperó los cuatro distritos de la ciudad, tres para el PAN y uno para el PRI, además de que puso a Javier Lozano Alarcón en el Senado de la República, luego de que había sido superado por Manuel Bartlett.
Es Castañón Herrera un digno rival para el experimentado exgobernador de Colima, con quien se vio las caras en la elección de Michoacán.
Si la ventaja del PRI es tener el respaldo de toda la estructura federal, la ventaja del morenovallismo parece ser que la batalla será en el terreno que ellos conocen mejor que nadie, con candidatos bien posicionados y con su estructura perfectamente afinada (Instituto Electoral, redistritación a modo y Tribunal manejado por personajes afines al régimen).
Solo que el morenovallismo en su arrogancia ha venido cometiendo una serie de errores no imputables a Eukid, sino a quienes asesoran en imagen al gobernador y a sus candidatos.
El despliegue mediático y de espectaculares puesto en marcha por el gobierno del estado para posicionar a sus candidatos, encuadra perfectamente en algo que la ley tipifica como “actos anticipados de campaña”.
Por supuesto que a nivel local nada sucederá porque el gobierno maneja al Instituto Electoral del Estado, bastará con una llamada a sus “gatos”… perdón, empleados, para que las denuncias que se presenten en su momento sean desechadas; lo mismo ocurrirá cuando los tricolores vayan al Tribunal local, faltaba más, pero entonces el PRI irá al Trife y ahí sí la cancha es totalmente suya.
Incluso se pueden ahorrar el trámite de recurrir a las instancias locales y todo manejarlo a nivel nacional, para ni siquiera mancharse las manos.