Uno de los temas fundamentales y que poco se poco se han tocado sobre la Reforma Política que se pretende impulsar de manera paralela a las grandes reformas estructurales tiene que ver con la conformación del Instituto Nacional Electoral, ente que vendría a sustituir al hoy Instituto Federal Electoral.
¿Qué implica la creación del INE? Mucho, ya que sería este organismo el que se encargue de organizar todas las elecciones en el país, es decir, desaparecerían los Institutos Estatales Electorales y sería un órgano central el que se encargue de organizar todos los procesos electorales en este país.
Quienes piensan así tienen toda la razón del mundo, a pesar de que parezca una medida centralista.
A nivel nacional, el Instituto Federal Electoral ha perdido toda credibilidad. Lo que con tanto esfuerzo construyó José Woldemberg hoy ya no tiene el mismo sentido ni la misma fuerza.
El IFE, tras el proceso electoral de 2006, perdió toda credibilidad y hoy necesita ser reformado. La propuesta de crear el nuevo Instituto Nacional Electoral puede refrescar perfectamente la imagen tan deteriorada de los órganos electorales.
Pero esto no es exclusivo del IFE, a nivel de cada estado los órganos encargados de organizar las elecciones son vistos como entes en donde los diferentes gobernadores tienen metidas no sólo las manos, sino el cuerpo completo.
Un dato adicional a favor de la conformación de un nuevo sistema encargado de organizar las elecciones en el país es que a partir de 2018 todas las elecciones serán concurrentes, es decir, que en ese año los mexicanos en cualquier rincón de nuestro territorio irán a votar por presidente de la República, senadores, diputados federales, gobernador, presidentes municipales y diputados locales.
Ya no hay razón de ser para seguir manteniendo a las estructuras obesas y parciales que son los actuales institutos estatales, todos manipulados por los gobernadores de los estados, los cuales son los primeros en oponerse a esta medida, porque ya no podrían manipular los procesos en sus respectivas demarcaciones.
Lo realmente interesante del asunto es que los virreyes sexenales serían acotados en sus respectivos proyectos transexenales, en donde por supuesto un papel fundamental lo juegan los respectivos órganos electorales del país.
La medida por supuesto que también tiene sus riesgos, y es que ahora sería la Federación la que también tendría el control total y absoluto del nuevo órgano electoral, el cual por supuesto se prestaría a negociaciones al más alto nivel entre los respectivos partidos políticos.
Sin duda, dentro de la Reforma Política uno de los temas más interesantes es éste, que tiene que ver con la conformación de un nuevo órgano electoral, que realmente sea garante y dé certeza a los procesos electorales en México.
El Instituto Nacional Electoral es un buen paso, pero parece no ser suficiente en la incipiente democracia mexicana, carente sobre todo de credibilidad en la organización de sus comicios.