Si partimos de la base del gabinete original que anunció Rafael Moreno Valle al inicio de su sexenio, hoy podemos decir que no queda prácticamente nada de él.
De entrada, el jefe de ese gabinete, Fernando Manzanilla, ya no opera como tal; incluso, en los hechos ya no es el secretario de Gobernación, ya que esas funciones las realiza Eukid Castañón desde que arribó a la subsecretaría.
Por otra parte, los secretarios originales de Desarrollo Rural, Desarrollo Social, Ecología y Seguridad Pública presentaron sus respectivas renuncias, quedando acéfalas —hasta este momento— algunas de ellas.
A este desmantelamiento, en un par de meses deberemos agregar la estampida electoral donde el titular de Infraestructura, Tony Gali, será candidato a la alcaldía de Puebla, mientras que Fernando Manzanilla de Gobernación, Jorge Aguilar de Salud, Patricia Leal de la Contraloría y Pablo Rodríguez de Trabajo y Competitividad también participarían en la elección de julio como candidatos a diputados locales.
En esta lógica, es innegable que para el Señor de Los Cerros no existe otra prioridad que la guerra electoral que se aproxima, en donde va por todo el botín.
Especialmente porque para el proyecto morenovallista es claro que una derrota dictaría la sentencia de muerte al sueño presidencialista.
Eso los priistas lo saben y actuarán en consecuencia.

Que no fue atentado
El día de ayer el procurador general de la República tajantemente aseguró que la tragedia de Pemex no fue provocada por un atentado, sino por una explosión de gas acumulado en el sótano de ese edificio.
Lamentablemente, la tardía respuesta de las autoridades federales provocó que sea muy difícil evitar las dudas sobre la versión oficial.
Hay que recordar que fue el propio procurador Murillo Karam quien se comprometió a dar información dentro de las primeras 24 horas después del siniestro.
Sin duda, aunque la explicación parece creíble, la tardanza para ofrecer este informe es imperdonable.
Me queda claro que una investigación completa requiere mucho más tiempo, pero dar informes preliminares en los que se descartara el atentado hubiera evitado que la incredulidad creciera en las redes sociales.
Las “nuevas” autoridades parecen no entender que la web, el Twitter y el Facebook han transformado la comunicación, exigiendo respuestas inmediatas, a diferencia del tortuguismo de antaño.
Sin duda, la lentitud informativa provocará que el origen de esta tragedia sea uno de los muchos temas sin resolver que abundan en este país.