Los diputados locales, en una actitud francamente inexplicable, llevaron el rito de la adulación a su máxima expresión. Ayer, al arrancar las comparecencias de los funcionarios morenovallistas que harán la glosa del Segundo Informe de Gobierno, demostraron una vez más ser legisladores incondicionales al Señor de los Cerros.
Con ello, la tan mentada separación de Poderes solo quedó en buenas intenciones.
Los amarres para lograr una tersa comparecencia del secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, fueron innecesarios.
Para nadie es un secreto que Manzanilla Prieto en sus dos años de trabajo ha demostrado su capacidad para gobernar de acuerdo con la ley, de ser un funcionario congruente, conciliador. Un buen interlocutor y operador político.
Sin embargo, los diputados con tal de quedar bien con el gobernador se desviven por no salirse del libreto y se arrastran para no incomodar a los funcionarios estatales, como sucedió el día de ayer.
Ante el secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, los diputados mostraron la timidez y el temor que tienen para hablar de temas como el despido masivo de trabajadores y la desaparición de instituciones como el IAPEP.
Los diputados y los funcionarios se han reunido en privado para definir el formato de las comparecencias, y lo más grave: para ponerse de acuerdo sobre las preguntas a realizar, para que las contesten correctamente y con la promesa de no incomodar al secretario en turno.
Los cabildeos con los legisladores fueron tan evidentes y tan burdos como los realizados con el procurador general de Justicia, que se reunió un par de ocasiones tanto con los integrantes de las comisiones de Gobernación y Justicia como con la bancada del PRI; por cierto, sin avisarle a su dirigente estatal.
Y dentro de las comparecencias planchadas, “el gran crítico” Zeferino Martínez Rodríguez, diputado del Partido del Trabajo, dobló las manos y el pasado martes le ofreció una comida a Pablo Rodríguez Regordosa para que estuviera con los integrantes de la comisión.
La reunión no ha sido bien vista por la izquierda, ya que uno de los que tanto han criticado al Yunque le pone la mesa bien servida a un político de la derecha.
Ayer fue una comparecencia para dormir: nadie cuestionaba en serio, y hoy se espera que los días de campo continúen con un Congreso al servicio del Ejecutivo.
Y todo gracias al servilismo de los diputados poblanos.