El Partido Revolucionario Institucional en Puebla camina sobre una cuerda floja, a 20 metros de altura y sin red de protección, ya que el gobierno federal de poco ha servido para reposicionar a este instituto político.
A casi 100 días de que Enrique Peña Nieto asumiera la Presidencia de la República en sustitución de Felipe Calderón Hinojosa, no se advierte ningún cambio positivo en el país, aunque a muchos les moleste cuando lean esto.
La administración ha empezado lenta, de nada ha servido la supuesta experiencia administrativa de los funcionarios nombrados como miembros del gabinete. Las acciones de gobierno son lentas y a cuentagotas.
La comparación surge de inmediato y el antecedente —ay que decirlo con todas sus letras— se tiene en lo hecho en Puebla, donde el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas arrancó a todo vapor y en tan sólo 100 días marcó lo que sería el sello de su administración, mientras que la federal parece no tener fecha para arrancar.
Incluso, hasta en algunos casos, la imagen institucional de las dependencias sigue siendo la misma que se utilizó en la administración de Felipe Calderón y su “Vivir mejor”; no hay presencia ni peso del gobierno federal en las entidades o al menos no se nota en Puebla.
Por si algo pudiera faltar dentro de este coctel de intereses en el cual se ve envuelta la nueva administración federal, un tema amenaza con convertirse en un verdadero lastre para la campaña del partido en el gobierno.
El gravar con IVA alimentos y medicinas es la alternativa que los “iluminados” de la Secretaría de Hacienda, al mando de Luis Videgaray Caso, encontraron para financiar los compromisos adquiridos por la administración peñista en materia de infraestructura y obra pública. La llamada reforma hacendaria sólo perseguirá fines recaudatorios y no de verdaderos equilibrios fiscales.
Aunque en lo personal, creo que el IVA en alimentos y medicinas en vez de impactar a los que menos tienen, golpea a los mismos de siempre: a las clases medias, la medida es del todo impopular y por supuesto que tendrá un alto, altísimo costo político para el partido que la propone, que es el PRI.
Desde 2003, cuando Vicente Fox aún era presidente de la República, se buscó que el PRI —en ese entonces liderado por Roberto Madrazo—, aprobara una reforma para quitar la tasa cero en IVA a los alimentos y las medicinas.
Violentas fueron las reacciones de los grupos del tricolor, que provocaron la caída de Elba Esther Gordillo como coordinadora del grupo parlamentario del PRI en San Lázaro, desde entonces el “No al IVA” en alimentos y medicinas se volvió una bandera política del PRI, quien llevó estos temas a todas las elecciones venideras.
Sus eslóganes de campaña sonaban una y otra vez: “El PRI defiende a las clases populares, no al IVA en alimentos y medicinas”; ahora, cómo pretenden justificar algo a lo que se habían opuesto de manera sistemática.
Vaya que si el expartidazo, ahora de regreso en el poder, está en una encrucijada y mientras resuelve este galimatías —en el cual ellos mismos se metieron—, tienen por delante elecciones locales en 14 estados del país, entre ellos Baja California, donde habrá elección de gobernador, y Puebla.
Ambos casos son estratégicos, Baja California fue el primer estado que ganó Acción Nacional en 1992 de la mano de Ernesto Ruffo Apel, en tanto que Puebla es hoy la capital nacional del panismo, de ese panismo pragmático que hace uso de todos los recursos a su alcance y que ha dejado atrás el dogmatismo ideológico pero que gana elecciones.
Puebla es hoy y así se debe ver, el centro azul del país y su gobernador Rafael Moreno Valle Rosas es el símbolo de este partido, pero también es clave por ser el principal centro de operaciones de la maestra Elba Esther Gordillo, la líder del SNTE y ahora enemiga pública número uno del actual régimen.
Las repercusiones de lo que pase en Puebla serán sin duda de efectos nacionales y es que es mucho lo que está en juego, aunque a veces pareciera que el PRI y el gobierno federal no entienden absolutamente nada del tema.