Hace unos días y en charla de carretera decía a mis acompañantes que resulta increíble, hablando de cantantes de música ranchera que una de las mejores intérpretes —para mí, la mejor—, ha sido la española Rocío Durcal, con profundo respeto y apreció de la memoria de “La Gran Lola”.
Y en materia taurina, actualmente y de manera indiscutible, el mejor intérprete del toreo a la mexicana es sin duda el español Alejandro Talavante.
Su interpretación de muchas suertes con acta de nacimiento en el campo bravo y cosos mexicanos ha resucitado y vuelto al gusto de los aficionados con ese repertorio que él muestra en las plazas en que se presenta aquí y acullá.
La “Arrucina”, que ilustra esta nota, foto publicada en un portal español y le ponen pie de foto: “Atrevidísima creación Talavantina”. También su muy personal interpretación de la “Dosantina” combinada con un cambiado de mano y seguida de un “derechazo” en redondo, creación de Jorge “El Ranchero” Aguilar, bautizada como “La Ranchera” y muchas suertes más que Talavante carga ya en la espuerta de su repertorio.
Pues este, aún joven torero de Badajoz, poseedor de un deslumbrante porvenir se ha montado en el primer lugar del escalafón mexicano, junto con otros cuatro coletudos: Arturo Saldívar, Joselito Adame, Diego Silveti y Octavio García “El Payo” con ocho corridas por coleta cada uno. Aunque el número de apéndices cortados los desempata, claro está y debe entenderse bien, que este posicionamiento es totalmente temporal, dado que el hispano y los nuestros que allá torean han vuelto a la península a iniciar temporada.
Talavante —en los números del desempate— se trepa al primer lugar con 10 orejas en su espuerta y un rabo, cortado en La Plaza México y aunque severamente protestado, le fue otorgado. Lo que debe apreciarse es: ¿A qué carteles y en qué plazas entró Talavante en sustitución de Julián López “El Juli”? A saber, La México, Guadalajara, Juriquilla. En el segundo peldaño se coloca de manera muy merecida, Arturo Saldívar con seis orejas, un rabo y un indulto. Joselito Adame queda en tercer puesto, aunque haya cortado más orejas, pero ninguno de los llamados “Máximos trofeos”. Siguen en la tabla de desorejaredo: Silveti, con nueve orejas en el mismo número —ocho— de corridas y con un indulto. El último en el quíntuple empate es “El Payo” con siete apéndices. Números estos muy significativos si incluimos en la valoración el hecho de ser en plazas con público exigente y conocedoras, no se trata de públicos feriantes y llenos del embriago de la “Feria de mí pueblo” y “En el mero día de feria”.
Definitivamente no es lo mismo torear medio centenar de corridas en esos pueblos de Dios, que torear media docena en plazas de primera categoría y de una manera muy plausible y con regular constancia salir con trofeos en la mano ante concurrencias exigentes y conocedoras. De acuerdo, totalmente en que el torero qué ve su nombre anunciado de manera frecuente en plazas de ferias de provincia puede llegar a ver aumentar y crecer sus ganancias; también, de acuerdo en que abren fuentes de trabajo y garantizan ingresos para sus cuadrillas y mozos de estoques y demás ayudas, pero en términos de que un torero fundamente o trate de solventar su categoría de matante en el número de corridas toreadas sin tomar en cuenta la categoría de las plazas, resulta falso de toda falsedad. Aquí cabe la pregunta: ¿Dónde quedaron esos toreros qué en años recientes apoyados en una estructura empresarial familiar o de ellos mismos o de padrinos llegaron a torear hasta 80 o 100 fechas en un año? Y cortando más de centenar y medio de orejas. Pues están donde deben de estar: ¡En el olvido!
Alejandro Talavante y su “Arrucina”.
Diego Silveti.
“El Payo”.
¡El escalafón y la realidad!
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