Los diputados se convirtieron de un día para otro en auténticos promotores del quehacer cultural en Puebla e intentaron, una vez más, esconder su servilismo hacia el Señor de los Cerros.
La encomienda fue simple, aprobar un proyecto inconcluso para la construcción del Museo Internacional del Barroco y esconder el tema del endeudamiento que, conforme pasan las iniciativas, crece a pasos agigantados.
Para cumplir con el cometido, nuestros legisladores se escudaron en el argumento del impulso a la cultura y a la educación.
Sus argumentos son una verdadera joya de la jerga política poblana.
Veamos.
Guillermo Aréchiga subió a tribuna para reprochar a los opositores al endeudamiento; el diputado de Nueva Alianza dijo que con el citado museo Puebla dejará de ser una aldea y se codeará con las grandes capitales europeas.
Sin embargo, el que se voló la barda fue el diputado panista Jesús Zaldívar, quien desde la tribuna dijo, palabras más palabras menos: “Un voto en contra de este decreto es un voto en contra de la cultura”.
Pero el punto a discusión no es la construcción de nuevos espacios culturales en Puebla, éstos son necesarios y bienvenidos, el punto a debatir es el elevado costo: cerca de mil 390 millones de pesos, de los cuales más de 600 pondrá el gobierno morenovallista; además, la deuda que este proyecto representa para las arcas estatales.
Repito, no estoy en contra de la edificación de inmuebles dedicados al rescate e impulso de la cultura, en lo que no estoy de acuerdo es en el derroche y que no se atiendan problemas como la seguridad y el combate a la pobreza.
Sería interesante saber cuántos de nuestros diputados acuden a los museos y con qué frecuencia, llámense Amparo, Erasto Cortés, Casa de los Muñecos, al CCU, a la Palafoxiana, Museo de Arte Popular UPAEP, Museo del Tecnológico de Monterrey, Museo Bello o la Galería de Arte Contemporáneo Ángeles Espinosa Yglesias, por citar algunos.
Sinceramente, no creo que nuestros diputados conozcan los museos de Puebla y la verdad no creo que pasarían el examen de cuáles son las exposiciones que hay en los recintos culturales.
Pero ayer se convirtieron en auténticos paladines de la cultura y la educación.
Lo que me queda claro es que las llamadas obras faraónicas son las favoritas del Señor de los Cerros, y éstas pueden ser su tumba política.
Si no, al tiempo.